viernes, 13 de marzo de 2015

I CONGRESO INTERNACIONAL DE MUJERES, LA HAYA, 1915

CONGRESO DE LA HAYA

La política de rearme de Europa, palpable en los inicios del siglo XX, aumentó el clima de agresividad entre las potencias. Para justificar los gastos militares, los ejércitos presionaron a los gobiernos y a la opinión pública y la prensa divulgó la idea de un peligro inminente para la propia nación que conllevaba un ambiente patriótico a favor de la guerra que dio lugar a las UNIONES SAGRADAS. Una propuesta que cuestionaba el internacionalismo obrero y difundía la idea de que burguesía y trabajadores estaban unidos por los mismos objetivos nacionales y enfrentados a los de otras naciones. 

Pocas posiciones antibelicistas sobrevivieron en esta oleada de patriotismo y nacionalismo y las que lo hicieron fueron criticadas y cuestionadas, no solo por los gobiernos, sino por los propios movimientos sociales que habían defendido posturas pacifistas con anterioridad a la I GM, como ocurrió en el seno de los partidos socialistas de la II Internacional o en el Sufragismo. 

El año 1914 podría haber sido el de las mujeres, por la gran movilización feminista que se producía en aquellos momentos, pero fue el año de la guerra que colocó a cada sexo en su sitio. La contienda bélica separó radicalmente a los sexos y marcó una tregua, y una cierta armonía sexual, cuando sufragistas moderadas y radicales abandonaron la lucha a favor del voto para dedicarse al objetivo de ganar la guerra. La movilización de los hombres fortificó los sentimientos familiares y dio vida al mito del hombre protector de la madre patria y de los suyos. Las feministas participaron de la fiebre nacionalista y suspendieron sus reivindicaciones para cumplir con sus deberes y dar pruebas de respetabilidad.

Pese a que el patriotismo rompió los compromisos de solidaridad internacional proletaria, e hizo lo propio entre las feministas, promoviendo el apoyo prácticamente incondicional a la guerra, hubo una minoría que luchó por impulsar la paz. Las pocas feministas pacifistas, que rechazaron abiertamente la guerra y desarrollaron un nexo entre feminismo y pacifismo, fueron acusadas de traidoras a la patria y ridiculizadas. Pese a ello, en 1915 apareció “La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad” y ese mismo año se celebró en La Haya el Congreso Internacional de Mujeres por la Paz. 

DELEGADAS ESTADOUNIDENSES

El 28 de abril de 1915 se inauguraba el Congreso Internacional de las Mujeres en La Haya, donde se reunieron más de 1.200 delegadas de 12 países, entre ellos Gran Bretaña, Alemania, Austria-Hungría, Italia, Polonia, Bélgica, Estados Unidos, países en guerra que estaban enfrentados entre ellos. Esas 1.200 delegadas se consagraron a la causa de la paz y la resolución del gran conflicto internacional. 

En el curso de los tres días siguientes, el congreso trabajó en aquello que consideró una alternativa, la forma no violenta de resolución de conflictos, llamando a implementar un proceso continuado de mediación, sin armisticio, hasta que la paz pudiera ser restaurada entre las naciones en guerra.

Esta política se planteó de forma explícita en un conjunto de resoluciones el 1 de mayo. El Congreso también marcó la fundación de la Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF, en sus siglas en inglés), una organización que todavía existe actualmente.

En la delegación estadounidense en aquel congreso de abril de 1915 se hallaban dos futuras premio Nobel de la Paz: Jane Addams, la cofundadora de Hull House, un centro social que sirvió como lugar de asistencia para familias necesitadas en Chicago, y Emily G. Balch, socióloga que enseñó en el Wellesley College. Otra de las delegadas estadounidenses fue la profesora de patología e investigadora médica Alice Hamilton, quien se convirtió en la primera miembro femenina de la Universidad de Harvard en 1919.

Otras mujeres destacadas a nivel internacional, presentes en el congreso de La Haya, fueron: Lida Gustava Heymann, una de las 28 delegadas de Alemania; Emmeline Pethick-Lawrence, Emily Hobhouse y Chrystal Macmillan por Gran Bretaña; y Rosikak Schwimmer de Hungría.

JANE ADDAMS

Una ausencia notable en ese Congreso Internacional de Mujeres fue la francesa. El gobierno de este país se negó a permitir que asistieran delegadas por Francia, aunque, según Balch señaló más tarde, las mujeres francesas habían sido de las primeras en formar su propia organización nacional en apoyo del programa elaborado durante el congreso. El resto de países en guerra -Rusia, Serbia y Japón- tampoco dejaron asistir sus respectivas delegadas a la conferencia. El gobierno británico, por su parte, impidió a gran parte de su delegación de 180 miembros viajar hasta Holanda al suspender el servicio regular de transbordadores comerciales entre el puerto británico de Folkestone y el puerto holandés de Flushing. 

El Congreso adoptó 20 resoluciones. En primer lugar, la protesta “(…) contra la locura y el horror de la guerra, que lleva consigo un sacrificio irresponsable de la vida humana y la destrucción de tantas cosas que la humanidad ha tardado siglos en construir (…)” (Res. 1) y “contra la violación, presente en toda guerra” (Res. 2). 

En segundo lugar el llamamiento a poner fin a la matanza (Res. 3) y que las naciones neutrales convocaran una conferencia para ofrecer una mediación y una paz permanentes (Res. 4 a 8). Unido a este llamamiento, la reclamación del desarme universal, que sólo se puede asegurar mediante un acuerdo internacional, por lo que se urge a los países a terminar con la producción de armas y municiones de guerra y a controlar el tráfico internacional de las mismas, ya que “en los beneficios privados derivados de las grandes fábricas de armamento anida un obstáculo poderoso para la abolición de la guerra” (Res. 12). 

En todo este proceso hacia la paz las mujeres tenían que tener un papel de relevancia y por ello se reclamaba que las mujeres compartieran las responsabilidades y los derechos civiles y políticos, en las mismas condiciones que los hombres (Res. 15), “la necesidad de que se oriente la educación de los niños y niñas para que sus pensamientos y deseos se dirijan hacia el ideal de construir la paz” (Res. 16) y la reclamación del voto y la participación de las mujeres en todos los niveles del Acuerdo de Paz (Res. 17). 

EMILY HOBHOUSE 

Entre las acciones a tomar, se propuso que se organizara un encuentro internacional de mujeres en el mismo lugar y al mismo tiempo que la Conferencia de las potencias que habría de estructurar los términos del acuerdo de paz después de la guerra, con objeto de presentar propuestas prácticas a la Conferencia (Res. 19).

Y finalmente, tras un largo debate, se aprobó enviar delegaciones a los gobernantes de las naciones beligerantes y neutrales de Europa y al Presidente de los Estados Unidos, con objeto de comunicarles las Resoluciones del Congreso (Res. 20). 

Para cumplir lo acordado, dos delegaciones del congreso recorrieron Europa, visitando tanto los países neutrales como los beligerantes. De modo que estas mujeres que no podían votar, en la práctica ejercieron de embajadoras de la paz. No consiguieron parar la guerra, pero Woodrow Wilson incluyó algunas de sus resoluciones en sus catorce puntos y su filosofía influyó más tarde en la Liga de las Naciones y las Naciones Unidas. 

He consultado el artículo de Carmen Magallón (2015): “Mujeres contra la guerra: el I Congreso Internacional de Mujeres, La Haya, 1915”, Libre Pensamiento, nº 81.

6 comentarios:

  1. Después de conocer como trata el ejercito a las mujeres y como el Tribunal Supremo refrenda esos tratamientos, hablar de igualdad en este país es para llorar.

    Cuando se escuchan esas cosas y se leen temas relacionados con igualdad de Pirineos para arriba es cuando algunos vemos lo que nos falta, mientras tanto a otros/as se les llena la boca de que aquí ya todos nos movemos en el mismo plano, ¡¡ y una mierda!!.

    A pesar de que uno hizo la mili y conoció el ejercito de la dictadura, pensaba que estos militares "demócratas" eran de otro talante, pero siguen siendo tan prepotentes como aquellos.

    Saludos,

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    1. El ejército es una institución contraria a la la libertad por su propia idiosincrasia, quizás por eso me siento tan vinculada a estas valientes pacifistas.

      Abrazos!!

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  2. Ignoro la causa por la cual el sentido común se ausenta de las relaciones internacionales y cuando los gobernantes declaran, e incluso propician un conflicto, que sólo defiende intereses particulares, los soldados acuden cantando en busca de la muerte, ignorando que la mayoría de las víctimas serán siempre mujeres, niños y ancianos, hipócritas daños colaterales les denominan. Que asco. Un beso.

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    1. El objetivo siempre es el beneficio de minorías poderosas, en el caso de la I Guerra Mundial eran pretensiones territoriales (colonias o territorios en la propia Europa), luego los sentimientos patrióticos, tan fáciles de fomentar, hacen el resto orquestados por los medios de comunicación. No hay nada más difícil que mantener el pacifismo en plena exaltación patriotera para justificar una guerra.

      Mantenerse al margen de la exaltación nacional es siempre muy difícil, dejarse arrastrar por la ola o callar para evitar problemas es lo más fácil.

      Un asco, sí.

      Un abrazo!!

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  3. Pan, libertad, respeto, justicia, igualdad dentro de la diversidad,...
    paz y...

    petonets!!

    ;)

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