Conocí a Claire Auzias en 2017 cuando me
llegó por casualidad su reseña sobre el libro Mujeres Libertarias de
Zaragoza en A Contretemps. No hablamos mucho, pero lo suficiente para darme
cuenta de que estaba ante una compañera que pensaba por sí misma y que
transmitía calidez y afecto. Después la entrevisté en 2019 tomando como excusa
su estupendo libro: Gitanas. Durante varios meses estuvimos
intercambiando correos y hablando de muchas cosas que no tuvieron espacio en
los dos textos que fueron publicados. Hicimos planes para vernos en Barcelona,
ciudad a la que viajaba, me dijo, con cierta frecuencia. Luego vino la pandemia
y todo quedó suspendido. Me llegó la triste noticia de su muerte acaecida el 6
de agosto de 2024 y fue inevitable retornar a los folios en que tenía la
información de aquellas conversaciones. Sirva este texto para recordarla y para
homenajearla.
Claire Auzias nació en Lyon en 1951,
cursó Estudios Clásicos y de Sociología. Se consideraba feminista, anarquista
individualista y reconocía la importancia del anarcosindicalismo.
En 1980 hizo su Tesis Doctoral en la
Universidad de Lyon sobre La memoria oral del movimiento anarquista durante
el periodo de entreguerras (1919-1939). En la década de 1980, enseñó
historia y sociología de las mujeres en la Universidad de Lyon antes de pasar a
la historia moderna de los romaníes, primero en los países de Europa del Este
(en la década de 1990) y luego en toda Europa (en la década del 2000).
Como estudiosa del universo de las
personas gitanas, publicó: Les Poètes de grand chemin; Os ciganos;
Samudaripen, le génocide des tsiganes y Les Funambules de l’histoire. Gitanas fue
su primer libro en español.
***
Claire Auzias se posicionaba como
anarquista desde Mayo del 68 cuando era una adolescente de 17 años. Sin embargo, me explicó,
que se distanció de un anarquismo esclerotizado durante la década de 1980 y
recaló en el feminismo. Este recorrido la condujo de nuevo al anarquismo y ahí
se quedó para siempre.
Claire Auzias respondió así a la
pregunta: ¿Cómo entiendes «lo libertario» en el siglo XXI?
«No hemos ganado
gran cosa a lo largo del siglo XX; así que podemos continuar el combate sin
temer perdernos. El terreno en el que la situación ha mejorado es el de las
mujeres y el feminismo. La vida de las mujeres del mundo occidental es menos dura
que en el siglo pasado. Hemos ganado derechos. Nada queda adquirido de una vez
por todas y hay que seguir combatiendo para salvaguardar estos derechos, porque
la contrarrevolución conservadora, amenaza todas las libertades, incluidas las
de las mujeres. Lo que hemos ganado es el derecho al aborto, el derecho a la
anticoncepción, el derecho a poseer nuestro propio dinero, nuestra cuenta en el
banco, el derecho al divorcio y, más recientemente, los derechos de los
homosexuales, hombres y mujeres. Debemos seguir considerando estos derechos de
las personas, hombres y mujeres, como fundamentales, y defenderlos contra
cualquier regresión posible. Nos falta el derecho de morir con dignidad, es
decir, el derecho al suicidio asistido.
Los derechos de las
mujeres del mundo entero forman parte del anarquismo. El anarquismo debe luchar
por ellos. Es verdad que las mujeres están marcadas también por su pertenencia
de clase.
El anarquismo del siglo
XXI consiste también en participar en luchas ecológicas, bajo todas las formas
que les plazca a los y las anarquistas. También debe participar en luchas menos
conocidas, como por ejemplo la lucha contra los grandes proyectos inútiles (en
Francia), la lucha contra la deforestación, la lucha por la protección de los
pueblos indígenas y autóctonos amenazados por el capitalismo.
Es decir, la lucha
anticapitalista debe ir acompañada, en mi opinión, de una atención próxima a
las personas concernidas. Soy anarquista individualista; es decir, he
participado en luchas colectivas y seguiré haciéndolo; pero la prioridad para
mí es la liberación de las personas».
Auzias siempre afirmó
cuánto influyó en su vida la experiencia vivida en Mayo del ’68. Afirmaba
que para ella fue casi todo, su partida de nacimiento político, el
acontecimiento que la puso en el camino del anarquismo, también la experiencia
de una importante derrota política que tiene ecos en el siglo XXI puesto que,
afirmaba, aún estamos reconstruyendo todo tras dicha derrota.
Pese a la derrota, Mayo del ’68
significó el resurgimiento del anarquismo puesto que la soberanía de las
asambleas generales y los comités de acción fueron la base de Mayo del ’68. El
antiestalinismo se extendió a todos los izquierdistas y no solamente a los
anarquistas que lo tuvieron muy claro ya con Lenin (véase Emma Goldman o Ángel
Pestaña de CNT). Todo el país se quedó pasmado ante la vitalidad del
anarquismo, que creían muerto: la forma de los movimientos de masa, la
indisciplina de una parte de los obreros y las obreras, de la gente joven, la
voluntad de decidir por sí mismas, sin esperar las órdenes del Partido, todo
eso reforzó el sentimiento político de autonomía de la gente, aunque no se
autodefinieran como anarquistas después.
Hablamos mucho sobre nuestro interés
compartido por Emma Goldman, Claire Auzias trabajó sobre ella en Une
tragédie d’émancipation féminine, en 1978. Incidió mucho en la
importancia que Goldman, y todas las feministas anarquistas, dieron a la
denominada «emancipación interior». Sin ignorar el capitalismo ni las luchas
anticapitalistas, Auzias no creía que la revolución se pudiera concluir cuando
hubieran desaparecido las clases sociales y añadía:
«Por el contrario, pienso que nuestro
universo psíquico, mental, imaginario, debe ser revolucionado de arriba abajo,
completamente. Debemos tomar en consideración lo que ocurre en nuestra cabeza,
en nuestras emociones, nuestros deseos y necesidades personales, si queremos
ser humanos. Humanos que quieren crear un mundo para humanos, reales y
verdaderos, y no robots, ni caricaturas, ni monstruos, como los soviéticos. En
el siglo XX hubo revoluciones políticas en Méjico, en la URSS, en España, en
China. Algunas veces hubo cambios importantes para la vida privada de la gente,
como, por ejemplo, el derecho al aborto y al divorcio en la URSS al principio.
Pero desde finales del siglo XIX han surgido otras revoluciones: el naturismo,
la danza (con Isadora Duncan), el vegetarianismo, la escuela moderna (con
Francisco Ferrer), la educación libertaria, el psicoanálisis… En lugar de
pensar que Freud era un pequeño burgués asqueroso, prefiero pensar que
revolucionó las ideas de la burguesía con sus modales y desnudó el espíritu
humano. (…) Por eso ligo individualismo y psicoanálisis, porque ambos han
pensado un estatuto para las personas, para los/las SUJETOS. Han dado una base
conceptual a la persona e incluso derecho de ciudadanía al Inconsciente».
Claire Auzias entendía el feminismo
desde la solidaridad económica y de clase buscando la confluencia con las
mujeres pobres. Se consideraba feminista universalista y anarquista, de ahí su
defensa de la emancipación para las mujeres de toda la tierra, de todas las
razas, sin tomar en consideración los problemas religiosos de las mujeres que
los consideraba una auténtica esclavitud. Valoraba muy peligrosas las
regresiones sociales y el avance del totalitarismo respecto a los derechos
adquiridos en el siglo XX. Respecto al tema de la prostitución, se manifestaba
en contra de la explotación sexual de las mujeres (y de los hombres), pero no
se consideraba abolicionista, porque pensaba que la prostitución era una
actividad inherente a la sexualidad humana y no veía cómo resolver el problema.
Estaba en contra del mercado de esclavas sexuales en el mundo y del
proxenetismo, pero no tenía claro cómo resolver el problema y le horrorizaba la
gente que creía que era fácil de resolver, los consideraba fanáticos y fanáticas.
***
Lo que me decidió a buscar y a
hablar con Claire Auzias fue la publicación de su libro: Gitanas,
un libro en el que algunas mujeres gitanas europeas describen con sus propias
palabras su historia, su cosmogonía, su cotidianeidad, sus retos, sus fuerzas,
lo que hace que sean mujeres, lo que hace que sean gitanas. Cada una de las
mujeres habla desde su singularidad, pero cada una de ellas se halla sometida a
las reglas generales de la civilización gitana de la que son un pilar.
Sin duda alguna, uno de los aspectos más
llamativos de este libro es que las mujeres gitanas hablan con voz propia,
hablan desde su cultura, desde sus preocupaciones y problemas. El libro de
Claire Auzias recoge un «coro de mujeres gitanas», un coro de catorce mujeres
de las que la mitad viven en Francia, dos en España, el mismo número en
Rumanía, una en Portugal y otra en Suiza. El libro se completa con un prólogo
de Sarah Carmona y un preámbulo y conclusiones de la autora. Por otro lado, hay
un capítulo final de hermosas fotografías de Éric Roset de mujeres gitanas de
diversos países.

Auzias, que utiliza en su libro el término
«romnia» para denominar al conjunto de las mujeres del pueblo gitano del mundo,
parte en su estudio de que estas mujeres se hallan muy alejadas tanto en el
tiempo como en el espacio de sus consortes de otros grupos humanos del planeta.
Las «romnia» entran con derecho propio en ese grupo «de los humildes, la
historia de la gente sin historia ni escritura e incluso sin palabra». A estas,
y otras, mujeres de los grupos desfavorecidos se les impone un plus de silencio
que la autora intenta romper con su libro.
La dominación que sufrían las mujeres se
acompañaba siempre de un conjunto de relaciones jerárquicas de
mando/obediencia. Hombres y mujeres son desiguales en términos de poder,
incluso dentro de un grupo marginado del poder como el de los gitanos y las
gitanas. Las mujeres gitanas son expropiadas de las palabras y, en cierta
manera, se les niega la humanidad como excluidas que son de los roles
dominantes de la estructura social en general y de la cultura gitana en
particular.
Si la oralidad marca una brecha de
género, pocas mujeres gitanas se atreven a hablar en público, los hombres
monopolizan la palabra en el espacio público, la escritura marca
además una diferencia de clase: se abre una brecha entre personas hablantes y
escribientes, iletradas o letradas. No dominar la lectura y la
escritura es percibido por algunas mujeres gitanas como una carencia que
intentan paliar a través del acceso a la educación. Aunque hay gitanas que
saben leer y escribir, y que han accedido a la Universidad, su mundo es el
oral, por ese motivo este libro de entrevistas orales tiene una riqueza inmensa
para acercarnos a ellas.
Algunas de estas mujeres intentan algo
muy difícil: hacer convivir el mantenimiento de su cultura que todas respetan y
valoran con las transformaciones que desean para intentar emanciparse. Algunas
de ellas se consideran feministas y están en el intento de conciliar las
realidades que viven con lo que quisieran vivir. Un auténtico encaje de
bolillos que las demás feministas debemos dejar hacer, observar y apoyar si lo
piden. Todas las mujeres que nos enfrentamos al patriarcado vivimos y sufrimos
un auténtico desgarro interior que no resulta nada fácil para ninguna. Las
mujeres gitanas buscan emanciparse de modelos y paradigmas, cada mujer
individualmente y en colectivo quieren buscar su camino, sin que nadie les dé
lecciones del camino correcto porque estos pueden ser muy variados y diversos.
Es una realidad, leyendo a estas
mujeres, que la modernidad se abre paso en su vida: «las madres solteras eran
multitud, las familias monoparentales legión, las familias mixtas una
proporción respetable y que las clases medias formaban, junto con el
lumpen y las capas rurales miserables, el resto de la población rom». Tenemos
mucha tendencia, quienes ignoramos la cultura gitana (igual que africana o
asiática), a uniformizar la situación de todas las mujeres gitanas, no es así.
Este libro nos lo muestra en toda su riqueza de matices.
Dice Auzías en sus conclusiones que:
«Las mujeres romnia tienen el futuro de
su pueblo en sus manos, y no los hombres, a no ser que quieran unirse a su
causa. Son la vuelta de tuerca en la reproducción de la cultura romaní, no solo
en el aspecto fecundativo (…), sino también por su función de transmisión, que
permite mantener una cultura propia».
Esta música resulta familiar porque la hemos
oído y leído en más de una ocasión referida a las mujeres en general, y es que
nada «nos permite afirmar que el patriarcado sea más virulento en este pueblo
[rom] que en los demás. Lo realmente seguro es que lo es igual».
A mi pregunta sobre si creía que el
feminismo había abandonado a las mujeres gitanas, Claire Auzias fue muy clara:
«El feminismo francés ha abandonado a
las mujeres gitanas –¡se dice pronto! ̶ . En Francia, al revés que en España,
no hay un movimiento autónomo de mujeres gitanas. No hay ninguna figura de
envergadura entre las mujeres gitanas que se haya levantado públicamente para
decir que es feminista y que participa en la lucha de las feministas de
cualquier origen. Ninguna. Ha habido mujeres gitanas directivas de asociaciones
de la sociedad civil, en general gracias al Consejo de Europa que dijo que era
importante promover la paridad. Lo cual quiere decir que las mujeres gitanas en
Francia son, casi todas, candidatas a las actividades del Consejo de Europa. Lo
he visto anteriormente en marcha y es mejor que nada. No hay que tirar al bebé
por el desagüe junto con el agua de la bañera. Pero desde un punto de vista
militante, ninguna mujer gitana francesa se ha rebelado. Hay figuras bastante
conocidas, como la hija de Mateo Maximoff, pero es una excelente embajadora del
pueblo gitano en general; no es especialmente feminista. Es decir, mientras no
haya ninguna mujer líder, que tome la palabra en público para proclamar su
activismo feminista gitano, no habrá un movimiento feminista gitano.
¡Francia es un país arcaico en muchos
terrenos! La vanguardia está en España. Es en España donde encontré más mujeres
gitanas comprometidas en política y en los derechos de las mujeres. Tengo aún
amigas entre ellas, como evidentemente Ana Giménez, la primera mujer gitana
doctora de la Universidad y profesora en Castellón. Esta ausencia de movimiento
feminista gitano en Francia se debe al dominio enloquecido de los directivos
humanitarios no gitanos sobre la expresión de los gitanos y gitanas de este país.
No tienen derecho a expresarse personalmente ni de manera autónoma, salvo las
asociaciones gitanólogas que hablan en su lugar. Es un colonialismo
extraordinario. Y los gitanos y gitanas son, por cierto, la única fortaleza
donde la palabra y el papel de los interesados están prohibidos. Hoy por hoy
rechazo participar en conferencias o mesas redondas donde no haya un colega
gitano, o gitana, que tome la palabra en igualdad conmigo. Mi libro Gitanas tiene
como objetivo dar a conocer que las mujeres gitanas de todas las condiciones
son capaces de hablar, de decir sus problemas y analizar la situación, como
cualquier ciudadano o ciudadana. Tiene como objetivo darles enteramente la
palabra. Por eso los franceses no han apreciado este libro. Pero las
feministas, por el contrario, en Francia, estuvieran encantadas de que hubiera
hecho este libro. Daba existencia a nuestras conciudadanas en el plano
feminista. Puedes ver en el libro que les planteo cuestiones típicas del
movimiento feminista general.
En definitiva, en España el feminismo no
abandonó a las mujeres gitanas, pero en Francia, sí. Porque la estructura del
Estado francés es tan totalitario, tan jacobino, tan centralista, que está
prohibido tener actividades disidentes, diferentes, particulares. Hay que ser
anarquista para levantarse contra un Estado como este. Y los gitanos y gitanas
no son anarquistas. ¡Ya están suficientemente discriminados como para encima
cargar con una actividad política peligrosa!
Por eso, los únicos gitanos (hombres y
mujeres) que toman conciencia de esta expoliación de su palabra en el plano
político llegan a ser identitarios. «Identitario» quiere decir racista, a la
manera americana: «guerra contra los blancos, quedémonos únicamente entre
gitanos, entre negros, entre indios americanos, etc., porque somos personas
discriminadas y colonizadas». Va en contra de la emancipación anticolonialista
de la filosofía de las Luces, pero es fiel a la ideología que domina en la
actualidad.
Las feministas gitanas están en España y
en Rumanía. Allí sí hay feministas reales, activas y proclamadas públicamente.
Lo puedes leer en mi libro».
Como dije al principio, Claire Auzias
fue una pensadora, es decir, una persona con un pensamiento propio, algo que no
se considera posible en una mujer ni siquiera en el ámbito libertario, ni
siquiera en el siglo XXI. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero es
indudable que tenía un universo intelectual propio, particular, experiencial
que no puede sino interesarnos en un proyecto como el de Redes Libertarias
en el que confiamos plenamente en las mujeres anarquistas, en las mujeres
pensadoras.
Laura Vicente (revista Redes Libertarias, nº 2)
Resulta
interesante su texto: «Un mayo menor» publicado en nuestra web https://redeslibertarias.com/2024/08/16/un-mayo-menor/