martes, 23 de agosto de 2022

HUELGA DE INQUILINOS/AS

 

¿Acaso no flota en el ambiente algo del aire que respiraron quienes nos precedieron? ¿No hay en las voces a las que prestamos oídos un eco de voces ya acalladas?

Walter Benjamín, Sobre el concepto de historia

Participé en el Movimiento 15 M, a partir de 2011, desde el sector de enseñanza machacado por los recortes que aún hoy no se han revertido. Entre otras muchas cosas fue un movimiento transversal en el que participaban colectivos de la sanidad, de personas en paro y, especialmente, de personas desahuciadas a través de las PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca). De aquellas asambleas que englobaban movimientos diversos solo subsisten hoy las PAHs que afrontan desahucios de personas que ahora incluyen a quienes no pueden pagar el alquiler.

Las acciones de las PAH que viví dentro de la Asamblea 15 M de mi ciudad en el siglo XXI tenían antecedentes lejanos que, como mínimo se remontaban más de cien años. Me refiero a la Huelga de Inquilinos que tuvo su origen en un acuerdo del III Congreso de la FRET (Federación Regional Española de Trabajadores) celebrado en mayo de 1903. Desde 1900 era patente el hacinamiento en el casco antiguo barcelonés de las familias obreras que vivían en los altos edificios alineados en las estrechas callejuelas del «Barrio Chino». En la misma situación se encontraban quienes vivían en barrios obreros como Montjuïc, Hostafrancs, el Clot, Poble Nou, Poble Sec, etc. Las viviendas subarrendadas muchas veces o las barracas que se alquilaban pagaban alquileres que proporcionaban mucha renta a los propietarios porque no arreglaban ni reponían los desperfectos.


En esas fechas se estaba viviendo una crisis de trabajo que imposibilitaba a muchas familias obreras pagar el alquiler y se estaba produciendo, según la prensa de la época, infinidad de desahucios que propiciaron la campaña en favor de la Huelga de Inquilinos en 1903. Los argumentos para la huelga eran: el encarecimiento de los alquileres y las condiciones antihigiénicas de las viviendas. A diferencia de una huelga laboral, esta huelga planteaba un problema de calidad de vida que afectaba a la mayoría de la población y que se circunscribía a la ciudad. Esta perspectiva involucraba especialmente a las mujeres, fueran trabajadoras asalariadas o no, al frente de las cuales estuvo Teresa Claramunt, sindicalista, anarquista y feminista. Para canalizar la protesta se creó un grupo,
Los Desheredados, cuyo nombre era muy frecuente en el movimiento obrero anarquista. La lucha se centró en exigir una rebaja del 50% del alquiler de las viviendas o, dejar de pagarlo si no se lograba el descuento:

«Queremos poco; no pedimos la desaparición completa de la propiedad como es la justicia, nos limitamos con la rebaja en los alquileres para poder pagar con su sobrante a la tienda, a la panadería, a los que nos fían los alimentos y que hoy no podemos pagar a causa en gran parte de la fabulosidad del precio de la destartalada habitación»[1].

A principios de 1904 se pasó de los llamamientos a los actos públicos. Sin embargo, el primer mitin que se convocó fue prohibido por las autoridades esgrimiendo el argumento del peligro de atentados. Finalmente se celebró en junio de 1904, en el Circo Español, un mitin de inquilinos en el que tomaron la palabra algunos obreros y Teresa Claramunt. El mitin contó con el apoyo de diversas sociedades obreras y centros republicanos pero la campaña no cuajó en la deseada huelga por la escasa capacidad organizativa   del movimiento sindical y anarquista en esos momentos. La movilización se fue diluyendo hasta desaparecer en la segunda mitad de 1904.

La siguiente Huelga de Inquilinos se produjo casi treinta años después en 1931, esta con mayor éxito al contar con el apoyo firme de la CNT que tenía capacidad organizativa suficiente para hacerla efectiva; pero de eso hablaremos en otra ocasión.

  



[1] «¡A la huelga inquilinos!», grupo Los Desheredados, El Productor (Barcelona), nº 55, 12-XII-1903.

La información de este artículo se puede encontrar en: Laura Vicente (2006): Teresa Claramunt. Pionera del feminismo obrerista anarquista. Madrid, Fal, pp. 230-233.

La fotografía corresponde a una huelga de inquilinas en Argentina en 1907

2 comentarios:

  1. Se ve que el problema de la vivienda, sobre todo en las grandes ciudades, siempre ha estado presente...

    Todas las formas de lucha están ya inventadas y a veces, de forma coyuntural o de forma más prolongada, surgen movimientos que utilizan unas u otras en función de los fines que persigan...

    Yo siempre he estado convencido de que "la unión hace la fuerza", pero la organización el resto... Y para que ello se haga posible, es preciso una organización horizontal plena, con un primero entre iguales a efectos de representación, máxima transparencia y cajas de resistencia para hacer frente a contingencias y necesidades que puedan minar la resistencia...

    Siempre los de abajo sufriendo penurias, hambre, hacinamiento habitacional, exilio, desarraigo... Y mientras los de arriba pactan sus privilegios, los de abajo se pelean por las migajas... Y así, los menos se imponen a los más porque los más no saben cómo utilizar la baza de las urnas en beneficio de ellos...

    No sé si estoy equivocado, pero es lo que pienso y a veces "mastico mordazas" con la resignación de un "Don nadie" solo y desengañado...

    Abrazo

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    1. Poco puedo añadir a lo que dices, estoy de acuerdo en los aspectos que comentas. Es importante conocer las experiencias anteriores para no pensar que lo nuestro es excepcional y para extraer enseñanzas útiles.

      Ser una Doña nadie no me parece preocupante.

      Abrazo

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