El
sociólogo francés de origen rumano Lucien Goldmann, escribió en su libro Las
ciencias humanas y la filosofía, el siguiente pasaje que considero
iluminador:
«Todo escritor o pensador encuentra en torno a sí un gran número de obras literarias, morales, religiosas, filosóficas, etc. que constituyen un número igual de influencias posibles entre las que deberá elegir necesariamente. El problema que se plantea el historiador no se limita de ningún modo a saber si Kant ha recibido la influencia de Hume, Pascal, Montaigne, Voltaire, Locke, etc.; hay que explicar por qué han recibido precisamente esa influencia y no otra y por qué en esa época determinada de la historia. “La influencia” es entonces en última instancia una elección, una actividad del sujeto individual y social, y no una recepción pasiva. Esta actividad se manifiesta también en las transformaciones/metamorfosis por las que el creador hace pasar al pensamiento en que se encuentra y que le influye: por ejemplo, cuando hablamos de la influencia de Aristóteles sobre el tomismo, no se trata exactamente de lo que Aristóteles ha pensado y escrito en realidad, sino de Aristóteles tal y como fue leído y comprendido por Santo Tomás».
¿Cómo
he elegido leer a Michael Löwy[1] y dejarme influenciar por
sus planteamientos? Y, mucho más, ¿cómo desde el campo de la investigación
histórica he acabado dejándome influenciar por el campo filosófico?
No
creo que sea relevante dar una larga explicación a estas preguntas, pero si que
me gustaría explicar que llegué a Löwy por otros libros, más filosóficos que
históricos, que se planteaban como tema «el tiempo» y que, a la vez,
reflexionaban sobre la manera de entender qué se entiende por «revolución». No
parece irrelevante que en la época que estamos viviendo pongamos énfasis en
cómo transcurre «el tiempo» (aparentemente a una velocidad de vértigo). Sin
embargo, señala Löwy que los adoradores del progreso, hoy muy abundantes al
frente de importantes gobiernos (más por la fuerza bruta amenazante que
despliegan que por otra cosa) entienden el curso del tiempo como infinito,
homogéneo, mecánico y vacío (el tiempo del reloj).
Así
que preocupada por el tiempo histórico llegué a Löwy
y a sus dos libros en los que plantea la posibilidad, sorprendente para mí, de
que exista en el mesianismo judío, aspectos que puedan articularse con una
visión del mundo revolucionaria (particularmente anarquista). Y he aquí que
confluí en esos dos temas que me ocupan mucho tiempo, valga la redundancia:
revolución y tiempo histórico.
Löwy examina la «correspondencia» entre utopía
mesiánica y utopía libertaria que se manifiesta en muchos «momentos» decisivos
de estas dos configuraciones culturales:
1. El mesianismo judío contiene dos tendencias a la
vez ligadas y contradictorias: una corriente restauradora y una
corriente utópica. Queda recogida en el concepto hebrero de Tikkoun.
En el pensamiento anarquista de Bakunin, Sorel, Proudhon y Landauer, la utopía
revolucionaria se acompaña siempre de una profunda nostalgia por las formas del
pasado precapitalista
2. Para el mesianismo judío
(contrariamente al cristiano) la redención es un acontecimiento que se produce
en la escena histórica, en el mundo visible. Entre el presente y el futuro hay
un abismo que no puede ser franqueado por ningún progreso o desarrollo: solo la
catástrofe revolucionaria, con la destrucción del orden existente, abre la vía
a la redención mesiánica. Hay un paralelismo con el pensamiento libertario que
piensan en un acontecimiento revolucionario/catastrófico de emancipación.
Abismo entre el orden existente y la Utopía. La revolución es concebida como
una irrupción en el mundo.
3. Para la tradición judía
el cambio al final de los tiempos es general, universal y radical. Es la
creación de un mundo enteramente otro. La relación con las utopías revolucionarias se
relaciona tanto con el carácter absoluto y radical de la transformación como
con el contenido mismo del mundo nuevo (o restaurado). Es el anarquismo la
corriente que rechaza de forma más contundente la idea de mejoramiento del
orden establecido.
4. Ambos coinciden en la
necesidad de la destrucción de los poderes de este mundo.
5. Existe también
correspondencia en la necesidad de la abolición de las restricciones, creación
de un mundo nuevo sin leyes, libre.
Sin duda el anarquismo, mejor los anarquismos del
siglo XXI, han cuestionado aspectos claves que hoy fragmentarían esas
correspondencias, pero eso es indiferente en mi explicación de por qué
he recibido con gusto e interés la influencia de Löwy y me ha clarificado
algunos aspectos de la investigación histórica que estoy llevando a cabo.
[1]
Michael
Löwy (2015): Judíos heterodoxos. Romanticismo, mesianismo, utopía. Anthropos
y Universidad Autónoma Metropolitana, Barcelona y Iztapalapa.
Michael Löwy (2018): Redención y Utopía. El judaísmo
libertario en Europa Central. Un estudio de afinidad electiva. Ariadna,
Santiago de Chile.
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