miércoles, 3 de enero de 2018

ESTA GENTE NO ES LA GENTE DE VILANOVA


Con esta frase, u otras similares, se despachan personas que no alcanzan a comprender  que en su ciudad, adscrita a la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) y cuya presidenta es la propia alcaldesa de Vilanova, pueda ganar Ciudadanos (C's).

Escrutado:
100 %
Votos contabilizados:
39.639
81,5 %
Abstenciones:
8.999
18,5 %
Votos nulos:
146
0,37 %
Votos en blanco:
140
0,35 %
RESUMEN DEL ESCRUTINIO DE VILANOVA I LA GELTRÚ

Partido
Votos
C's
9.931
25,15 %
ERC-CatSí
9.140
23,14 %
JUNTSxCAT
7.515
19,03 %
PSC
5.594
14,16 %
CatComú-Podem
3.208
8,12 %
CUP
2.267
5,74 %
PP
1.233
3,12 %
PACMA
367
0,93 %
RECORTES CERO-GRUPO VERDE
98
0,25 %
VOTOS POR PARTIDOS EN VILANOVA I LA GELTRÚ

Pero no quiero valorar aquí el significado de una victoria que se ha repetido en las ciudades más pobladas de Cataluña, sino reflexionar brevemente sobre los comentarios de ciudadanos/as de Vilanova, tanto en redes sociales como presenciales, una muestra más del fanatismo en el que estamos instalados en la comunidad que, posiblemente, más apela a la democracia. La fe en la nación se ha instalado como redentorista y la elección del 21 D se planteó entre España y Cataluña, entre el PP y el independentismo, entre República y Monarquía, entre gente de Vilanova y gente que no lo es.
La muestra de su manera de entender la democracia es afirmar que quienes han votado al partido que ha ganado las elecciones en Vilanova, de hecho no son de Vilanova: “Es lamentable, pero esta gente no es la gente de Vilanova” comenta una mujer indignada. Y la justificación para tamaña conclusión es que “esa gente” (o sea, el 25,15 % de los y las votantes de la ciudad) solo se dedica a trabajar, a ver Tele 5 y a cargarse la cultura (o lo que ella entiende por cultura).
No me sorprende el simplismo del nacionalismo populista al tener que hacer frente a una realidad que prefiere no ver. La retórica del nacionalismo es la de enfrentar pueblo catalán-élite corrupta española, el democrático pueblo catalán frente a la España franquista y colonizadora. Pero algo no encaja cuando el pueblo catalán vota como partido mayoritario a un partido como C's. La respuesta para mostrar su desagrado rezuma clasismo y xenofobia, “esa gente” que solo se dedica a trabajar es inculta, se deja adoctrinar por Tele 5 y odia la verdadera cultura vilanovina. Esa gente es de fuera, esa gente no entiende la esencia de la ciudad y de su cultura, esa gente no merece formar parte de la ciudad.

Un gran ejemplo de cómo algunas personas entienden la democracia.

Quizás otro día me anime a hablar del resultado de las elecciones del 21 D.

17 comentarios:

  1. El subconsciente te pone delante del espejo, lo mismo ocurre con ese magnífico chiste que es Tabarnia. No estaría mal que hablaras de ello.

    Un abrazo

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    1. Así es, Emilio Manuel. Estoy harta del tema y procuro alejarme de él y sus derivas, pero a veces no puedo evitarlo. No es impensable que haya nuevas elecciones, así que seguiremos con la tabarra por mucho tiempo.

      Un abrazo.

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  2. Supongo que cada cual hace su propio análisis, más o menos informado, sobre el resultado de las elecciones autonómicas catalanas. No es un tema fácil, ni el análisis de todo lo que ha pasado hasta llegar a las mismas, ni el análisis de lo que en ellas pasó (resultado), ni el futuro que se deriva de esos resultados para una región tan particular que cuando llueve se moja como las demás...

    Las apariencias sugieren un megaenfrentamiento de dos ultranacionalismos (catalán Vs español), la esencia que se trabaja en las trastiendas del poder establecido sugiere otras cosas a quienes, de alguna manera, miran este asusunto con profundidad y amplitud.

    Tú señalas los mantras justificativos de los que prefieren y defienden las tesis del nacionalismo catalán, pero del otro lado también hay mantras y proclamas que son difíciles de asimilar en un estado que se dice democrático y de derecho.

    El hecho de que mucho del otrora voto socialista en el cinturón industrial de Barna se haya ido a ciudadanos tiene un significado digno de análisis; llevando dicho análisis a las ideas identitarias de dicho partido y de "las ollas" que están a su cargo por habérseles encomendado desde... para... por... tras...

    No sé, este problema está tan estratificado, que analizarlo sólo poniéndole el zoom a una sola capa o a dos no nos conducirá a conclusiones ciertas... creo que las élites están jugando con las masas en un perverso y calculado juego ... y que hay más gente mirando al dedo que al cielo (o luna, según se quiera)...

    Perdona mi perorata, pues ni siquiera estoy muy seguro de lo que digo...

    Abrazo.

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    1. Nada es fácil en Cataluña, entre otras cosas siempre que hablo sobre el nacionalismo catalán hay alguien que me recuerda a los "otros", como si no fuera posible criticar a un nacionalismo sin despegarte del otro nacionalismo y no resultar sospechosa de apoyar al nacionalismo español.

      Ya he dicho que no entro en interpretar los resultados sino solo en hacer visible un hecho: el independentismo que se vanagloria de ser los demócratas por antonomasia, de su ejemplo de moralidad y ética democrática, miran hacia otro lado, o simplemente denigran o convierten en extranjeros, cuando gana un partido como C's. No me inspira ninguna confianza su manera de entender la democracia (y sí, que conste, no me gusta nada cómo entiende la democracia la derecha española).

      Gracias por tu comentario.

      Un abrazo.

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  3. Como vivo en Vilanova i la Geltrú he tenido que oír más de una vez comentarios similares a los que citas. Y sí,yo también recelo de esta tan cacareada democracia que no duda en señalar como extranjero a todo aquel que no comulga con sus ideas.

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    1. No sé si las personas que hacen este tipo de comentarios son conscientes de lo peligroso que es esa actitud y a donde nos puede conducir.

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  4. Claro que sí, Laura. Los resultados de estas elecciones son molestas. Enfrentan al electorado independentista con las mentiras de las que se alimentó durante mucho tiempo. "Por mandato del pueblo catalán" pretendía aquel declarar la Dui. ¡Y ahora resulta que no había tal mandato! ¡Porque la mitad del "demos catalán" no deseaba la secesión entonces, ni lo desea ahora! Es lo que hay. Su pseudoépica pequeñoburguesa lamentable no cuela.

    El problema para el electorado indepe a partir de estas elecciones se convierte en ¿cómo enfrentarse con la mentira y su error al creérselo? Parece que la mayoría ha decidido no asumirlo. El método es afirmar que los que no quieren la independencia no forman parte del pueblo catalán. Así mantienen la ilusión de aquello era verdad; de paso satisfacen su clasismo y su megalomanía. No es que antes no supiéramos que estas inclinaciones estaban en la base de su nacionalismo; sólo que ahora queda aún más de manifiesto. Igual que su desprecio de la democracia. Han ido demasiado lejos y son incapaces de asumir su error y el haber confiado en políticos cínicos y sinvergüenza. Prefieren seguir con su pseudoépica lamentable que a ellos les sirve para ocultar la mezquindad y la estrechez de sus objetivos.

    Como señala Hannah Arendt, las verdades factuales son mucho más vulnerables que las verdades de tipo racional. Negar los hechos no es difícil. Sólo se trata de convertirlos en opiniones. Pero a la larga es peligroso. Los "crudos y tozudos hechos" acaban pasando factura. Ver al respecto la reflexión de Arendt en "La mentira en política".

    Apelar a no sé sabe muy bien qué complejidad y estratificación del problema es extraño. Jamás ha habido una situación más sencilla, más clara de aprehender que la actual.
    A

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    1. Muy cierto lo que dices, A.
      Uno de los efectos indeseados de cualquier nacionalismo es la creación de un “relato de la nación” que implica manipulación de la historia para distorsionar unos hechos, que bien poco importan, sobre todo, si estropean el relato. Si estas narrativas se realizan desde el poder, como ha ocurrido durante el “proceso” en Cataluña, la creación de mitos busca producir silencio entre quienes no se los creen, mientras que, repetidos hasta la saciedad por los fieles creyentes, se convierten en “verdades históricas”, como la mitificación impulsada desde la Generalitat de Catalunya de los hechos de 1714.
      Este “relato de la nación” ha conseguido dar por cierto otras falsas verdades, como bien dices, una de ellas es la apropiación de la representatividad de Cataluña, o del pueblo catalán (depositarios del mandato popular), como si hablaran en nombre de todos los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña, cuando todas las elecciones han demostrado (la última el 21 de diciembre de 2017) que quienes votaron a los partidos independentistas son una parte de los catalanes/as, una parte que ni siquiera llega al 50%.
      Hay muchas más falsas verdades que otro día seguiremos comentando...

      El libro de Arendt sobre "La mentira en política" es muy inspirador y claro.

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  5. Comparto tu reflexión, Laura, y amplio el margen de la misma: en cuanto haces una crítica a alguna aspecto concreto del independentismo, o a episodios recientes, te llueven amonestaciones del tipo "eres españolista" o "pepero", incluso me han comparado con los judios colaboracionistas durante el nazismo. Desde el espectro nacionalista resulta muy difícil asumir que hay posiciones críticas que están fuera de ese espectro, que pretenden posicionarse en el margen de esa órbita conceptual. No lo saben hacer, o no quieren, o no pueden. Pero eso es peligroso, porque si no estás con unos estás con los otros, si no eres de aquí, eres de allá y deberías estar allá. Un abrazo.

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    1. Todo aquello que se salga del "relato de la nación" hay que denigrarlo o excluirlo. Otra falsa verdad que han logrado imponer a través de su exitoso “relato de la nación”, no solo en Cataluña sino entre la izquierda española, es que el independentismo no es de derechas, sino que es progresista, de izquierdas y moviliza a quienes desean avanzar hacia una sociedad más justa y más libre. Ese relato ha contado, por un lado con una operación a gran escala de invisivilización de CiU, a día de hoy aparentemente desaparecida y mutada en una coalición electoral presidencialista (Junts per Catalunya) que parece haber eliminado con el nombre del partido sus políticas neoliberales de recortes sociales y sus corruptelas (por ejemplo del Caso Palau).

      Lo de los judíos colaboracionistas es nuevo para mi, la "creatividad" no tiene límites.

      Un abrazo.

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  6. Aunque no voté Ciudadanos, comparto tu reflexión, Laura.
    Los mecanismos de los nacionalismos son perversos y éste ha conseguido sacar lo peor de nuestra sociedad, imperfecta però hasta hace poco cohesionada i en mayor o menor grado con voluntat de mejorar. Una terrible pérdida y mucha indignación y tristeza.

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    1. Un efecto indeseado y grave de resolver a largo plazo es la fractura social creada con el nacionalismo independentista. Lo curioso es que suelen negarlo, ¿viven en otro mundo o es que su mundo es homogéneo y de identidad única?

      Una alegría "verte" por aquí Mercè.

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  7. En ésto es muy importante el efecto y el afecto. El efecto escénico provoca que la gente quiera disolverse en una masa y en una ideología que la ampare. El afecto es la necesidad de ser acogido por un grupo donde sentirse arropado ante él peligro de la intemperie y si encima tienes un enemigo debidamente caricaturizado, todo perfecto.
    La política en esas latitudes no deja de ser una mala copia del forofismo futbolístico. Importan los colores no las razones. Además todo quisqui se quiere sentir superior a sus adversarios y aplastarlos.

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    1. La principal virtud del nacionalismo (español o catalán) es hallar para cada problema un culpable antes que una solución y así se llegó a la confrontación de la DUI y el 155.
      Quienes nos hemos mantenido en nuestras identidades complejas no tenemos espacio (o se nos ha reducido mucho) en esta confrontación de identidades primordiales encerradas en su papel de víctimas y en su mentalidad de agredidos/as. Negarse a elegir significa quedarse fuera de la tribu, en tierra de nadie. ¿Y eso a quién le gusta?

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    2. Ja ja ja ja ja... Es verdad que la caricaturización del enemigo es lo que achata la política hasta dejarlo al nivel del fútbol... La sorpresa desagradable ha sido descubrir el simplismo, la incapacidad para una reflexión política mínimamente compleja por parte de tanta gente -la falta de espíritu crítico, dialéctico... Aquí estamos, rebajados todos por el nacionalismo al nivel de hooligans, en lugar de pensar en serio cuáles son los mecanismos y cómo combatir el capitalismo que vuelve a ser cada vez más salvaje. La historia se empeña en recordarnos una y otra vez la eficiencia de los discursos para dummies.
      A

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