RAMÓN SENDER BARAYÓN (2017): Muerte en Zamora. Postmetrópolis, Madrid.
(Colaboré con este texto en la presentación del libro en la librería La Pantera Rosa, Zaragoza,
12-01-2018)
Se trata de una reedición del libro publicado en
1990 en la editorial Plaza & Janés tal y como ha explicado Pablo Sánchez.
El libro es el resultado de la visita que realizó el autor a España en 1982
tras la muerte de su padre en enero. Un
hecho sobrevuela todo el libro, y creo que es algo trascendente, la
negativa de Ramón J. Sender Garcés a explicar a sus hijos (Ramón y Andrea) lo ocurrido con su madre en 1936. Para evitar
que supieran las circunstancias del fusilamiento de Amparo, también impidió la relación
de ambos con su familia española.
Ramón Sender Barayón cuenta en Muerte en Zamora, a modo de diario de viaje, la historia de la
búsqueda del rastro de su madre, de los motivos y de los autores de su muerte
en octubre de 1936. Para el autor, la búsqueda de su madre tenía un objetivo
clarificador de rescatar su memoria del olvido, pero también una finalidad casi
terapéutica (habla de que España había sido el nombre de la herida en
mi psique, p. 31) al buscar reencontrarse con su madre que perdió con dos
años, saliendo muy pronto al exilio. Como dice Helen Graham en el Prólogo, el
autor del libro es un ejemplo del devastador impacto psicológico de la
violencia del pasado en una familia, trastocando la paz interior de quienes
siguieron viviendo. Está por estudiar el tremendo desamparo que sufrieron los
niños/as arrebatados a sus madres cuando fueron encarceladas y, algunas de
ellas, ejecutadas (algo que recoge el
autor del libro en su intervención en el vídeo).
La protagonista del libro es Amparo Barayón
(1904-1936), una mujer de creencias católicas que procedía de una familia, en
parte, de convicciones republicanas (razón por la cual dos de sus hermanos
fueron también fusilados en 1936), que nunca militó en ninguna organización
política. Amparo y sus dos hermanos fueron víctimas de los asesinatos
extrajudiciales (llevados a cabo por pelotones de ejecución fascistas) desencadenados
y justificados por el golpe militar.
Amparo Barayón fue una mujer que buscó su autonomía
personal a través de las decisiones que fue tomando de veinteañera: decidió
trabajar y ganarse la vida por si misma (aprobó unas oposiciones en
Telefónica), marchó sola a Madrid a ejercer su profesión y decidió vivir en
pareja sin casarse.
Esto, que hoy puede parecernos normal, era
excepcional, pero posible, en la España republicana de los años treinta. La II República fue un importante
momento de visibilidad de las mujeres en la esfera pública. La Constitución
permitió la igualdad jurídica entre los sexos y favoreció un desembarco de las
mujeres en el espacio público como ocurrió en el caso de Consuelo. La
legislación igualitaria hizo posible la aparición de una “mujer nueva”,
emancipada de la tutela masculina y que cuestionó las normas de género de la
feminidad. Algunas mujeres estaban construyendo un proceso
de liberación, que no solo se basaba en la independencia económica, sino en el
empoderamiento y la afirmación de la personalidad femenina.
En Madrid, Amparo pudo acceder a la cultura y la
libertad de ideas de la que carecía la pequeña ciudad de Zamora: cines,
conciertos, conferencias en el Ateneo, etc. En ese ambiente más abierto se
integró en un núcleo de amistades con artistas y músicos (ella tocaba el piano).
En su condición de trabajadora de Telefónica
participó en 1931 en una larga huelga que acabó con su despido (a partir de
entonces vivió de dar clases de música hasta que tuvo a sus criaturas). La
huelga la acercó a CNT donde trabajaba
voluntariamente como mecanógrafa (77-78) y empezó a mecanografiar los
manuscritos de Sender, un escritor influido por el anarquismo y cuya ideología
conoció Amparo en este entorno. Entró en contacto con los amigos de Sender y
con las numerosas tertulias políticas que sostenían en los cafés y que le
permitieron ir formándose políticamente (por esos tiempos dejó de ir a la
iglesia como se señala en el libro, p. 83).
Todas estas influencias fueron marcando una vida y
unas ideas progresistas y feministas que escandalizaron a su familia zamorana con
la que apenas se relacionó desde que salió de Zamora para instalarse en Madrid.
Pese a que en los núcleos más politizados de la izquierda se defendía la
igualdad entre hombres y mujeres, la realidad era que la mentalidad de los
hombres seguía considerando a las mujeres como subordinadas a ellos y
manteniéndolas en el papel tradicional de madres y esposas, siendo tratadas con
cierta condescendencia por las amistades y su propia pareja.
Amparo no solo decidió vivir con Sender una relación
libre sino que decidió ser madre y tuvo dos criaturas: Ramón en 1934 y Andrea
en 1936. Era una mujer inteligente que adoraba la música y la literatura y muy
enamorada de Sender, pese a que él no parecía valorar las cualidades
intelectuales de ella.
Cuando se produjo el golpe de Estado y estalló la
Guerra civil estaban de veraneo en San Rafael (El Espinar) en la sierra de
Guadarrama. En ese momento de alteración y confusión, Sender decidió regresar a
Madrid y dejó a Amparo con las dos criaturas y con otras mujeres con sus
hijos/as, recomendando a Amparo que volviera a Zamora. Sucedió algo muy propio
de todas las guerras, que mujeres y criaturas se quedaron juntas mientras los
hombres iban al frente de batalla.
Amparo no calibró la gravedad del golpe de Estado y
nunca pensó en la posibilidad de sufrir la violencia que sufrió. Este hecho le
llevó a cometer diversos errores como hemos escuchado en el vídeo. De hecho, el
regreso de Amparo a Zamora fue un grave error puesto que acabó en una ciudad
provinciana y conservadora en la que el golpe de Estado de julio de 1936 desató
una represión desorbitada contra los “rojos/as” de ideología republicana y
socialista ante el silencio de la mayoría de la población. Pero no solo se
pusieron en acción las fuerzas militares y políticas (los escuadrones de la
muerte falangistas) sino el egoísmo y la ambición para apropiarse de los bienes
familiares de una de sus hermanas y su marido (ambos vinculados a la ejecución
de Amparo aunque solo fuera por omisión de ayuda).
El
golpe de Estado tenía un contenido de género puesto que uno de los objetivos de
los militares era restaurar el orden social en el que la mujer tenía que
volver a su papel de subordinación y
dependencia respecto al hombre y a una mitificada y artificial feminidad.
Amparo fue una de esas mujeres que había
buscado y construido su manera de entenderse como persona fuera de los
estereotipos de género tradicionales.
Y
tenía que pagar por ello.
Amparo
fue asesinada por ser una mujer moderna, progresista, emancipada,
librepensadora. Como ella, miles de mujeres fueron maltratadas en las cárceles,
violadas, insultadas (“perras rojas”), separadas de sus criaturas, encarceladas
o ejecutadas. No solo sufrieron ellas la violencia y el terror sino también sus
criaturas, ser hijo/a de “roja” era un estigma que había que eliminar
reeducando a esas criaturas cuando no matándolas.
En
la restauración del orden social, la iglesia católica tuvo un papel
protagonista. Los curas construyeron una “cruzada” para justificar la guerra
civil y se involucraron en la represión (su última acción en el caso de Amparo
fue la negativa del cura a darle la absolución poco antes de ser ejecutada).
El franquismo cortó de tajo el camino de la
emancipación femenina que aceleró la II República y la propia Guerra Civil en
la zona republicana. La
Dictadura fue un duro correctivo para las mujeres que no estaban dispuestas a
someterse de nuevo a la sumisión impuesta por el Régimen.