viernes, 13 de octubre de 2017

CUANDO EL NACIONALISMO PONE LAS EMOCIONES EN EL CENTRO DEL DEBATE

Nunca he sido partidaria de exponer mis emociones en público, una educación sobria hasta el límite, en una familia obrera que migró del campo a la ciudad en momentos de dura crisis (una rama familiar antes de la II República y la otra en la década de 1950) y una convicción propia de que había que controlar las emociones en aras de la racionalidad, me convencieron de lo peligroso que podía llegar a ser conducirse exclusivamente por sentimientos.

He procurado a lo largo de mi vida mantenerme en esa línea de actuación, acompañada por la idea de que era necesario actuar colectivamente buscando la justicia social y la libertad. Esas convicciones no forman en mí un barniz que se puede rascar para sustituirlas por otras sino la idiosincrasia de mi forma de ser. Nunca he pretendido ocupar cargos ni beneficiarme en nada de mi activismo y eso me ha permitido ir construyendo un perfil muy personal vinculado al anarquismo sin que esté determinado por ninguna organización aunque he estado afiliada más de 30 años a la CNT, posteriormente CGT. Abandoné esta organización hace tres años por disconformidad con la línea nacionalista adoptada en Cataluña  y que en las últimas semanas se ha mostrado en toda su desoladora magnitud.

DURANTE MESES Y MESES DI CLASE CON LA CAMISETA AMARILLA CONTRA LOS RECORTES EN EDUCACIÓN

Sin embargo hoy rompo esa línea de actuación y hablo de emociones y sentimientos, con mucho pudor, porque el nacionalismo ha colocado en el centro del debate político una ideología que se sitúa exclusivamente en el terreno subjetivo de las emociones. Sobre los sentimientos del nacionalismo catalán se habla continuamente en los medios de comunicación proclives a la independencia, sobre los del nacionalismo español algo parecido en otros medios. Esa confrontación de subjetividades emocionales ha creado dos mundos paralelos en los que los “otros” no tienen cabida y sirven para reafirmar identidades excluyentes, rencores, rabia y odio.

Pero yo no me sitúo en ninguna de las dos reacciones identitarias: no me gustan las banderas, ni las señas de identidad lingüística, ni los agravios egoístas, no me emocionan los himnos patrióticos, ni sentirme fuerte arropada por una masa que busca la unanimidad y rechaza la discrepancia, ni busco en la historia la confirmación de mis deseos.

Ese control de las emociones me ha conducido a una incómoda situación, estoy en tierra de nadie, no me ampara ninguna organización, no me consuela la convicción de sentirme en posesión de la verdad, no me siento arraigada a ningún pedazo de tierra, a ninguna categoría de superioridad ética (ni étnica). En esa tierra de nadie hace frío, hay confusión, no tengo raíces que me sujeten a tradiciones o creencias, mi nombre circula en listas de malos patriotas, la amenaza de graves palabras (traidora, deshonesta, renegada, fascista…) ronda alrededor mío, de mi familia y de mis amistades que como yo estamos instalados en esa tierra de nadie.

¿Qué me queda tras años de compromiso social y activismo?
¿Acabar hablando en público de emociones y sentimientos?

32 comentarios:

  1. Yo me siento igual. Y no estás tan sola. Somos muchos los que sentimos frio.

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  2. Siento que te encuentres en esa situación; tanto por una parte, como por la otra, han tratado y, en algunos casos, conseguido agitar esas emociones, así podemos ver algunos por no decir muchos actos indecorosos.

    Un abrazo.

    P.D. Acabo de leer, para mi desgracia, que alentados por Cataluña, un grupo independentista andaluz, sin representación en ninguna parte, van a pedir la independencia de Andalucía formando una unidad con el sur de Portugal, Murcia y el Rif Moarroquí te paso el enlace: http://www.juantorreslopez.com/ , nos estamos volviendo majaras.

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    1. Flipante, pero ¿por qué no? Puestos a potenciar identidades territoriales...

      Gracias por tu empatía. Un abrazo.

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  3. Los sentimientos son muy importantes, pero hay que controlarlos bien y justo lo contrario es lo que hace el nacionalismo identitario. La convivencia en el marco de un país o de una comunidad necesita algunos lazos afectivos que ayuden a la gente a sentirse solidaria de las personas que comparten el mismo espacio, pero eso no es sencillo. Desde tiempos de Rousseau se detetó el problema; se hablaba, por ejemplo, de una religión cívica. Habermas habló del patriotismo constitucional. pero nada de eso es sencillo. Lo malo es que, si abres la caja de los truenos, se puede llegar a situaciones como las de la ex-Yugoslava: al final, cerca de 150.000 muertes. Por eso la UE está tan preocupaa por el caso de Cataluña y por eso no quieren ni oír hablar de una declraación unilateral e ilegal de la indepedencia.

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    1. Comparto tu punto de vista. Estoy de acuerdo con que existan lazos afectivos para formar comunidad, estoy en la línea de la identidad compuesta con pertenencias múltiples que dice Amin Maalouf. Y siempre en contra de lo que hoy se construye en Cataluña, una concepción estrecha, beata y simplista que reduce toda identidad a una sola pertenencia que se proclama con pasión.

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  4. Es curioso que se reivindique la figura de Wilson porque fue el propulsor de la teoría de la autodeterminación y se olvide que esa teoría si sirvió para descolonizar los países sometidos de África y Asia, también sirvió para que el sentimiento identitario y su sucuela el supremacismo se instalara en Centroeuropa y el antisemitismo, la xenofobia, el racismo se convirtiera en motor ideológico para el asesinato masivo de personas: judíos, gitanos, eslavos, gays, gente de izquierdas etc...
    Entiendo tu postura, tienes todo mi apoyo, pero no creas que estás tan sola. Al lado de una izquierda papanatas que cree que el tumulto es el único valor posible, existe otra izquierda más apegada a la realidad que busca su espacio entre dicotomías absurdas y que se alimentan a si mismas.
    Un abrazo

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    1. El nacionalismo tiene una habilidad extraordinaria para ver solo lo que quiere ver y eliminar lo que le contradiga, así es factible que Gabriel diga con voz arrobada y esencialista que está por el independentismo sin fronteras... uppss
      Como me gustaría "creer" que existe esa izquierda, pero no la veo.

      Un abrazo agradecido por tus palabras.

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  5. Desde la convicción personal de que por encima de las patrias, las banderas y resto de parafernalia nacionalista estamos las personas te envío un abrazo de solidaridad. Somos muchos/as, los que nos sentimos solos, sin poder expresar lo que pensamos libremente. No estás/estamos solas.

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    1. Gracias mil, Gemma. Por fortuna estáis/están las personas cercanas como tú que son un consuelo siempre.

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  6. Me ha gustado mucho leer estas líneas.
    Creo que este choque nacionalista nunca terminará, ahora se ha exacerbado, luego calmará. Cuando se cansen de agitar las banderas se pondrán a trabajar.
    Tú posición es la de muchos.
    Yo era/soy como tú, emigrar, que me hicieran sentir extranjero, hizo nacer en mí la identidad. Aunque nuestro ideal es internacionalista humanista, los países existen e influyen en nuestras vidas. Renunciar a opinar sobre el país que se quiere no es práctico.
    Saludos

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    1. Gracias por tus palabras. Estoy contigo en que hay que opinar sobre el país que se quiere, pero no me encuentro cómoda con la creencia de que existe una pertenencia única y fundamental, ya sea religiosa, étnica o, como en este caso, nacional.

      Esperemos que se calme tanta bandera como está apareciendo.

      Saludos.

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  7. ¡Ánimo, Laura! No estás sola, ni mucho menos, en esa supuesta "tierra de nadie". Me he permitido reproducir tu texto: http://acracia.org/cuando-nacionalismo-pone-las-emociones-centro-del-debate/
    Un fuerte abrazo libertario.
    Capi Vidal

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    1. Gracias Capi, por los ánimos y por difundir el texto.

      Un abrazo libertario!!

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  8. Que texto estupendo,Laura!Aunque que vivimos en distintos sitios, también soy de la "tierra de nadie". Saludos libertarios
    Thiago Lemos

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    1. Gracias Thiago, que gusto encontrar tu solidaridad.

      Saludos libertarios y un abrazo.

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  9. Causa estupor observar el paroxismo nacionalista e identitario, venga con los de la “n” o con los de la “ñ”. Lo mismo da.

    200. 000 años (la antigüedad del homo sapiens) de evolución humana para que unos cuántos millones de ciudadanos se enfrenten por unos trozos de tela que simbolizan no sé qué esencias remotas, a ver que himno tiene letra, o no la tiene, la autoridad (y no la convivencia) de una lengua sobre otra y un largo etcétera.

    Resulta mucho más cómodo adquirir ideas de segunda mano, siempre están de rebaja y ya vienen con el relatito de marras para vociferarlo a los cuatro vientos, esto es más fácil que el trabajo de construir un pensamiento propio, partiendo de la autocrítica. Uff… para eso hay que leer mucho, dirán.

    Los políticos actuales han perfeccionado la figura del charlatán ambulante, que prometía los resultados milagrosos del crecepelo, la retórica, aunque oculta bajo la “modernidad”, es exáctamente la misma.

    Y una gran concurrencia se lleva entusiasmada el crecepelos mágico.
    Es lo que tiene vivir en la cultura del mínimo esfuerzo intelectual.

    Por que a nada que te pares a pensar… toda esa exaltación en defensa del nacionalismo, ¿esa importancia trascendental que le otorgamos? , ¿a cambio de qué?

    Los nacionalismos, ¿aseguran el plato de comida diario al ciudadano común?

    Y los nacionalismos…

    ¿Ayudan a prevenir el cáncer?

    ¿Sirven para erradicar el hambre infantil?

    ¿Curan enfermedades?

    ¿Combaten la peligrosísima contaminación medioambiental?

    ¿Sirven para mejorar el sistema educativo?

    ¿Poseen algún extraordinario antioxidante que nos haga vigorosos centenarios?

    ¿Te procuran sabiduría?

    ¿Nos hace mejores personas?

    ¿Sigo… ?

    Para cuatro días que estamos aquí, tres los pasamos instalados en escenarios inexistentes. Ya nos vale.

    Todo mi apoyo y un enorme abrazo, Laura. A pesar de la distancia, te acompaño.

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    1. Imposible estar más de acuerdo con tu rico comentario. La gran victoria del nacionalismo es situar el centro del debate en eso, en las identidades nacionales, en las emociones abanderadas. Fuera quedan los problemas reales: las penurias del desempleo, del trabajo precario, de los recortes en educación, sanidad y otras muchas áreas importantísimas. Olvidada también la corrupción.

      Gracias Paco por tu solidaria empatía. Abrazos.

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  10. Creer que la política, en general, está exenta de emociones y sólo se rige por la razón pura y dura... a mi modo de ver es una concepción/percepción errónea...
    La cuestión sería encontrar un equilibrio entre la razón y el corazón...

    Pero puedo estar muy equivocada, claro...

    Ante la realidad más cercana o más lejana que nos rodea, tantas veces tengo la sensación de que... "sólo sé que no sé nada"...

    Besos y apretado y cálido abrazo frente al frío... independientemente de los grados centígrados que nos rodeen...

    :)

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    1. PD: Sentir que se está en 'tierra de nadie' es duro, sí...

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    2. No entiendo que emociones y razón sean incompatibles y que haya que elegir entre una u otra. La emoción regulada y moderada por la razón (incluso al contrario) es lo que intento practicar desde siempre con mayor o menor fortuna.

      Yo también estoy confusa, la situación me desborda en el peor sentido de la palabra.

      Abrazos frente al frío (y gracias por tu apoyo).

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  11. Me ha gustado muchísimo leerte, tanto que me ha parecido corto. Qué bien saber que no estoy sola.

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    1. Es hermoso darnos cuenta que estamos acompañados. Gracias Sandra.

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  12. Acabo de volver de Sitges, y me encuentro con mas banderas en mi barrio que en Barcelona. Nunca pensé que toda esta mierda me salpicaría tan de cerca.
    Un beso desde tierra de nadie.

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    1. Pues ya ves, en un mundo globalizado al final todo nos toca. Pero es que lo que sucede aquí despide ondas expansivas a muchos kilómetros.

      Otro beso, parece que somos algunos en ese espacio.

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  13. He leído atentamente tus líneas como los comentarios de otros lectores y no puedo dejar de solidarizarme contigo y con aquellos a los que las banderas, himnos y cualquier emblema identitario os tiene sin cuidado, puesto que, como bien lo señala Gemma, por encima de ellos están las personas, de carne y hueso, que todos los días deben convivir con una multitud de otras con realidades y circunstancias diferentes. Diferentes puntos de vista, diferentes idiomas, etc.
    Parece ser que la diferencia es un signo de los tiempos: basta con mirar Venezuela o la propia 'grieta' con la que convivimos en el Río de la Plata, que no son otra cosa que agitación de banderas y tonos encendidos dispuestos solo para dividirnos y seguir siendo dominados, dejando el debate de los temas importantes -esos que señalan Paco y tú- relegados al olvido. Pareciera que empieza a ser hora de deshacernos de esta burda maniobra distractiva, que persigue que nos apasionemos por lo superficial para que nunca nos preguntemos acerca de lo realmente trascendente.
    Disculpa estas líneas. Debe ser que en materia política -o para esta clase de politiquería barata- me siento lleno de cosas vacías.
    Recibe un fuerte abrazo. Y ánimo!

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    1. Agradecida por tu reflexión que comparto. Las personas deberían estar siempre por delante del patriotismo pero no es fácil preservarlas de esta tremenda contaminación. También veo cada vez más difícil retomar los temas sociales importantes por encima del nacionalismo: este sábado hay una manifestación en Barcelona en la que los sindicatos CCOO y UGT (se supone que de clase) llaman a los trabajadores/as a dejar de lado las ideologías para ir interclasísticamente juntos con un mismo fin. Esos llamamientos ya sabemos a quién benefician siempre.

      Un fuerte abrazo.

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  14. Yo vivo lejos de Cataluña, pero la ciudad en la que trabajo (Santander) se ha visto plagada de la noche a la mañana de banderas rojigualdas como cuando España ganó el mundial de fútbol, deporte que también saca a relucir las más bajas pasiones, despertando los instintos gregarios, patrióticos y nacionalistas más primarios y primitivos.
    Caulquier identidad nacional es una jaula de la que deberíamos intentar liberarnos. Estoy completamente de acuerdo con los independentistas en querer sacudrise el yugo de la identidad española. Lo triste es que para eso haya que esgrimir otra bandera, otro himno, otra lengua, otra identidad nacional, y no hacerlo desde la pura negación de todos los nacionalismos y de todas las señas de identidad.
    Lo peor para mí del nacionalismo catalán es que ha despertado otro monstruo que yo, ingenuo de mí, creía aletargado en el baúl de mi infancia, el del nazionalismo español. Yo también me encuentro en tierra de nadie, Laura y te comprendo, y me imagino lo dura que debe ser tu lucha en las aulas, porque soy docente, y me veo reflejado en lo que escribes. Es verdad que hace frío en tierra de nadie, pero ¡ánimo! este frío no es insoportable y es preferible en cualqueir caso al calor de los establos.

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    1. Acción reacción (me refiero a las banderas) cuando no hay una opción de izquierdas (¿existe la izda?) que interprete los hechos saliéndose del dilema nacional. La izquierda continua teniendo empatía con naciones sin Estado como Cataluña o P. Vasco y está dispuesta a colaborar con ellas para que formen nuevos estados que luego tendrá que combatir puesto que no aportan nada nuevo a los existentes, siendo incapaz de observar el egoísmo del rico hacia el pobre (siempre son los ricos los que aspiran a liberarse del lastre de la pobreza). En definitiva, las identidades que pretenden ser únicas y primordiales se parecen como dos gotas de agua puesto que las personas tenemos, siempre, identidades compuestas, complejas.

      Te agradezco enormemente tu empatía, transmite calor y eso lo valoro mucho.

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  15. Siento mucho que por ejercer el libre pensamiento y la libertad de expresión te veas en esta tesitura... comprendo tus sentimientos y encuentro la identidad de los míos en los términos que expresas en este post... ánimo... no estás sola... somos muchos los que tenemos esa sensación de encontrarnos en tierra de nadie, pues de nadie en concreto, y sí de todos, debería ser la Tierra (mi ingenuidad y temeridad no tienen cura ¡ya ves!)... somos muchos pero no suficientes y a veces coincidimos en algún tiempo y en algún espacio...

    No sé si sirve de mucho esta compañía y empatía virtual con quienes sufren lo que tú estás pasando por mostrar tus ideas y convicciones... creo que la valentía de hacerlo te honra, desonrando gravemente a quienes utilizan la hostilidad para atacar tu libertad...

    Coincido contigo en que razón y sentimiento son plenamente compatibles... como decía Galeano "me gusta la gente sentipensante"...

    No voy a entrar en el asunto del nacionalismo, yo no soy nacionalista, pero el análisis y las "soluciones" que tienen que ver con el tema catalán, en ambos "territorios políticos", están siendo desastrosamente ponderados (creo que unos no saben dónde van y otros no saben qué hacer ni cómo hacerlo)... el enroque es una jugada defensiva pero poco hospitalaria... y negarle hospedaje al diálogo en este caso es, lo digo con toda la humildad, una mala idea (y me refiero a las dos partes)...

    Fuerte abrazo y mucho ánimo, entiendo tu sentir porque me es tan familiar como el pan de cada día...

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    1. Te agradezco enormemente esa empatía virtual, saberse acompañada en esa tierra de nadie es importante para mi.
      Comparto tu reflexión sobre la falta de diálogo entre ambas partes y desconfío de que a ambos les interesa porque están haciendo cálculos políticos (y de votos) aunque fracturen la sociedad y nos lleven al abismo. Lamentable actuación política.

      Un fuerte abrazo.

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  16. ¡Qué inmensa razón tienes en lo que dices sobre los cálculos políticos!, esa es una de las claves en este estadio del proceso en el que estamos ahora...

    Fuerte abrazo

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Tus comentarios siempre aportarán otra visión y, por ello, me interesan.