Es difícil conocer a alguien que rechace el sueño de
ser libre, sin embargo, hay una teoría social que la convierte en una seña de
su idiosincrasia, me refiero al anarquismo.
En la base del anarquismo
hay una defensa radical de la libertad individual entendida como derecho
absoluto de cada ser humano a actuar ateniéndose únicamente a los dictados de
su propia conciencia y de su propia
voluntad. Por encima del individuo no
existe ningún tipo de construcción ideal o social (dios, rey, razón de Estado,
organismo social, etc.) que justifique decisiones limitadoras de la libertad
individual. Esta manera de entender la libertad provoca siempre un exceso de
responsabilidad en la toma de decisiones (personales o de cualquier tipo), ya
que nunca se puede apelar a la responsabilidad de “otros” y requiere una
meditación seria sobre la mayoría de los actos de la vida que, a veces, resulta
agotador. La responsabilidad en las consecuencias es total, nadie puede
exculparnos o perdonarnos de los errores cometidos, salvo nosotros mismos.
Esta idea de libertad
individual nos puede hacer pensar que se basa, por tanto, en el individualismo
extremo. Aunque es cierto que existe ese
individualismo, la libertad no está enfrentada a la sociedad, sino a la autoridad.
El individualismo no es una declaración antisocial, puesto que el ser humano
desarrolla una sociabilidad natural, decía Ricardo Mella (Natura, 1905):
“Cada uno es un todo para sí, pero es algo para los demás. En vez de limitarse cada uno de nosotros, ensancha su esfera de acción mediante las relaciones de igual a igual”.
La sociedad existe, por
tanto, para bien de la libertad humana; en ella, y gracias a ella, ejerce el
individuo su libertad y logra la expansión de su personalidad.
Por tanto, el individualismo
se combina con el comunitarismo. Se debe saber combinar el extremo respeto a la
libertad individual con la vida en común para resolver todo aquello que afecta
al conjunto de la sociedad. Dentro de la sociedad, quien defienda ese respeto
de la libertad, nunca aceptara que la autoridad coaccione y limite dicha
libertad. Por eso la libertad se enfrenta a la autoridad (Estado, dios,
capital, etc.) no a la sociedad. La cooperación ha de ser siempre voluntaria
sin necesidad de autoritarismo. Como
señalaba Bakunin, "Libertad sin
socialismo es privilegio e injusticia; Socialismo sin libertad es esclavitud y
brutalidad".
Cada individuo es el único
juez de sus derechos y libertades; sólo el respeto a la libertad de otro le
limita y sólo la acción común y solidaria es garantía eficaz para mantener la
libertad individual.
Sartre decía
que estamos condenados a ser libres, la idea misma de libertad es hermosa, asumir plenamente su significado, a
veces, provoca la renuncia a ella, el miedo a la libertad que señalaba Erich
Fromm. La libertad según Fromm está íntimamente ligada al
individualismo, se alcanza en la medida en la que somos capaces de
renunciar a factores que nos protegen, implica
asumir la posibilidad de equivocarse. El proceso de
individualización, de aceptar la verdadera personalidad a costa de
desligarse de la dirección de la sociedad, da miedo, el aislamiento moral que
conlleva es muy duro. El miedo, base del nazismo, lleva a muchas personas a
buscar que alguien (un líder), o las instituciones que votamos cada cuatro
años, marquen nuestra vida y someternos a ellas. Otras formas de evadir ese
miedo es la destructividad (reaccionando
de manera violenta contra aquello que creemos que nos impide realizarnos), o la conformidad automática (integración en la
sociedad, o en un grupo pequeño de ésta, perdiendo por completo la
individualidad, y dejando que el conjunto decida por nosotros). Barry Schwartz señala también
lo que él llama la paradoja de la libertad: el incremento de las opciones de
elección en la sociedad de masas provoca mayor insatisfacción e incluso cierta
angustia.
El hombre que es bueno o malo por naturaleza, según la teoría que apliquemos, tiene en ambos casos miedo a ser libre, de ahí que prefiere que le organicen todo, donde vivir, que comer, como organizarse, cuando tener una familia, donde viajar, donde opositar o trabajar, incluso prefiere que le digan como y donde gastarse lo que con su sudor gana ,.....; seguramente no quiere serlo por lo que supone esa libertad una gran carga de responsabilidad. Como teoría, e incluso como sueño alcanzable está bien, pero creo que no pasa de ser una utopía, aunque, ahora que sigo pensando, ¿para que están la utopías si no son para tratar de alcanzarlas? y ya que tienes a Galeano a mi derecha, me ha recordado una frase relativa a los pasos que hay que dar para alcanzar aquello que se desea aunque parezca inalcanzable.
ResponderEliminarUn abrazo.
No hay nada absoluto, no se puede ser totalmente libre (incluso creo que no se puede ser enteramente esclavo), sin embargo si se pueden ir arrebatando espacios de libertad tanto en la vida personal como colectiva. No me resigno a que la libertad sea solo un sueño, la idea de Galeano de que el mero hecho de caminar en pos de la utopía ya es una manera de realizar la utopía me parece muy acertada.
EliminarUn abrazo!!
El artículo me parece irrefutable, las definiciones clarificadoras, La consecuencia podría ser ejercer de vigilantes celosos de nuestro propio comportamiento, si una trangresión a las normas auto impuestas genera algún sentimiento de culpa o induce a vivir como un ermitaño dentro de unos límites restringidos, Por ello me atrevo a proponer la felicidad y la libertad como valores complementarios. Un beso.
ResponderEliminarMe parece un programa estupendo.
EliminarUn abrazo!!
ResponderEliminarLa libertad vivida/ejercidad desde la madurez
comporta una gran responsabiidad.
Petons.
A veces es un tostonazo :))...... pero para mi es irrenunciable.
EliminarPetons!!