El 10 de marzo de 2023 se cumple el centenario del asesinato de Salvador Seguí, anarco sindicalista de CNT por parte de pistoleros del Sindicato Libre. Este es un resumen de su pensamiento.
Releyendo textos sobre
Salvador Seguí, para preparar esta intervención, he confirmado una convicción
que tenía cuando realicé la Tesis Doctoral sobre el sindicalismo en los años
veinte del siglo pasado: que estamos
ante una persona que ha sido mitificada, entre otros aspectos por ser asesinado
joven (35 años). Seguí se convirtió en su momento en una leyenda como
líder del sindicalismo, se construyó una figura que acumuló un compendio de
virtudes, íntimas y públicas, por su dedicación a la difusión y defensa de la
emancipación obrera.
Seguí ha tenido
sus seguidores/as ayer y hoy. Es más, o menos alabado y mitificado en función
de las necesidades organizativas o de la aparición de nuevos movimientos que
reclaman la memoria de este dirigente para justificar nuevas realidades.
Por un lado,
en estos tiempos líquidos se ha ido construyendo el relato de que Seguí formaba
parte de un grupo de anarquistas catalanes inteligentes, pacíficos (pese a que
iba armado) y dispuestos a abandonar la utopía infantil del anarquismo, ya que
estaban rodeados de grupúsculos de ácratas, que habían nacido fuera de
Cataluña, y que soñaban con dicha utopía a golpe de bomba o de pistola star.
Por
otro lado, hay pseudo-historiadores a los que la historia solo les interesa
como una suerte de gran bazar en donde adquirir todos aquellos hechos que
sirvan para apoyar un inamovible argumento de partida. La historia nacionalista
catalana echa mano de aquellos elementos que le convienen, desecha como ajenos
aquellos que no hilan el relato o la memoria que les interesa y ven en Seguí a
un nacionalista partidario de la independencia y de la formación de un partido
para lograrlo junto a Companys y Layret.
Por último,
hay quien ve en Seguí un intelectual, incluso un filósofo, que supo reinventar
el anarco-sindicalismo en Barcelona a comienzos del siglo XX. Seguí es el héroe
de las huelgas obreras, el coloso de las luchas obreras que concita el odio de
la patronal catalana y de las autoridades. Sin embargo, Seguí no fue el único:
205 sindicalistas y anarquistas fueron asesinados entre 1917 y 1923 en
Barcelona. Un sindicalista de la talla de Seguí fue Evelio Boal, Secretario
General de la CNT, ejecutado en Barcelona por la Ley de Fugas en 1921 junto
con Antoni Feliu, tesorero del sindicato a las puertas de la Modelo (no fue
gran orador pero destacó como escritor). ¿Quién a recordado a Boal?
Voy a intentar mostrar a
un Seguí humano, alejado del mito y de las muchas manipulaciones que sigue
sufriendo. Si lo logro o no es otra cuestión. Como Joan Zambrana ha explicado
muy bien la biografía de Seguí, solo voy a detenerme en su pensamiento y en
algunos aspectos biográficos que confirman que este sindicalista era un hombre con
rasgos brillantes pero no excepcionales ni únicos dentro del ámbito libertario.
1. Salvador Seguí fue un
trabajador «ilustrado», es decir, un autodidacta formado a través de muchas y
diversas lecturas, que tenía además una gran facilidad para expresarse
oralmente en tertulias, mítines, conferencias, etc. Cuentan quienes le oyeron
que era un gran improvisador y muy elocuente. Aspectos que no eran algo extraño
entre algunos hombres y mujeres sindicalistas y anarquistas de aquella época en
los que predominaba la oralidad. CLARAMUNT
Sin embargo, su oralidad
fácil y convincente no se traducía en la escritura, algo que también era
frecuente entre hombres y mujeres autodidactas y que trabajaban muchas horas en
su oficio. A sus textos les falta coherencia, estructura, orden y tenían referencias
cruzadas y reiteraciones, algo muy habitual cuando predomina la oralidad. La
realidad es que tenemos muy pocos textos de Seguí, la mayoría son de autoría
indirecta, es decir, son otras personas, que escuchan a Seguí en mítines,
tertulias o conferencias, quienes reconstruyen y reelaboran lo que han
escuchado, a veces, muchos años después cuando ya era considerado un mito. Por
este motivo, Manuel Cruells, uno de sus biógrafos cuestionó su condición de
escritor.
2.
¿Dónde se dio a conocer
Seguí y se convirtió en el líder carismático que conocemos? Como tantos otros
hombres y mujeres fue en la vida cotidiana de los sindicatos, en los conflictos
sociales en que intervino (especialmente en la huelga de la Canadiense) y en la
cárcel, verdadera escuela de militantes y de líderes (estancias en enero/junio
1920 y noviembre 1920/abril 1922). Estamos ante un gran organizador que se puso
como objetivo que la CNT fuera un sindicato decisivo en el mundo del trabajo, que
tenía una notable visión de futuro respecto a cómo lograrlo, un orador
convincente y un líder carismático.
Si algo podemos afirmar
con seguridad es que SS es un anarcosindicalista, por ello nos interesa sobremanera
conocer cómo entendía el sindicalismo y el anarquismo. Seguí disponía de una genealogía muy rica para definir su pensamiento
sindical. Esta genealogía arrancaba por lo menos desde la entrada del internacionalismo en 1870. Vamos a
diferenciar dos etapas en esta genealogía:
1ª Etapa: 1870-1916 [FRE (1870) / FTRE (1881)] Respecto al sindicalismo, en esta etapa se fue definiendo un sindicalismo emergente con dos modelos organizativos,
el de gestión de clara inspiración
marxista y el radical (o revolucionario)
de influencia anarquista.
El sindicalismo
radical quedó definido
alrededor de los rasgos siguientes:
·
En cuanto a la forma organizativa: unidad de los
trabajadores/as en una misma organización de carácter económico, los
intereses materiales eran el lazo natural y permanente que cimentaba la unidad
de los trabajadores/as y aseguraba el descubrimiento del verdadero enemigo, el
capital.
La base
organizativa fueron las sociedades obreras de oficio.
·
La unidad
estaba basada en la flexibilidad ideológica para lograr dicha unión de
clase, esto implicaba, necesariamente, el apoliticismo que suponía dejar fuera del sindicato
las ideas políticas. Se rechazaban además las peticiones de soluciones legales
a los problemas laborales. Al reconocer a la lucha sindical un valor político
en sí misma se negaba su subordinación a otros grupos como podían ser los
partidos políticos. Es un
sindicalismo pragmático y posibilista, ya que pretendía armonizar la
implantación de mejoras con lo que permitían las circunstancias.
·
En cuanto a la táctica: acción directa, sin
mediación política, a través de la acción huelguística para enfrentarse
con eficacia a la patronal. El fracaso de las huelgas era valorado como un
factor desmoralizador y que podía debilitar a la organización. La violencia
estaba prácticamente ausente de los conflictos aunque éstos pudieran llegar a
ser muy duros.
·
En cuanto a las
reivindicaciones: la jornada laboral
de las ocho horas como símbolo de la guerra abierta entre la burguesía y el
proletariado.
El sindicalismo
de gestión (UGT, fundada en 1888) se
basaba en la idea de que toda iniciativa conflictiva debía estar sujeta a la
organización. Los rasgos que definían este modelo de sindicalismo eran, sobre
todo, de carácter táctico:
·
La perfecta organización
y preparación de cualquier conflicto y, especialmente, de las huelgas. La
huelga era un recurso más entre otros y sólo debía recurrirse a ella cuando no
quedaba otro remedio. Cuando, agotados todos los recursos para obtener una
mejora, se llegaba a la huelga, ésta debía estar perfectamente organizada, con
fondos, para que no fracasara.
·
La gestión
del comité directivo de la sociedad obrera en todo el desarrollo del
conflicto tenía un gran protagonismo. En el comité, por tanto, estaban los
sindicalistas más capacitados y los huelguistas se limitaban a suspender el
trabajo. Las asambleas no eran necesarias puesto que el comité tenía capacidad
de decisión para gestionar la salida del conflicto.
·
La prudencia y
la cautela cuando se producía un conflicto. No
se deseaba el enfrentamiento abierto y directo con los patronos y trataban de
evitar la generalización de los conflictos para mantener la armonía social.
·
Respecto a las reivindicaciones,
pretendían la dignificación del oficio a través de la defensa y mejora de las
condiciones de trabajo, la clave era su moderación y su carácter estrictamente
económico. Este sindicalismo procuraba ganarse el respeto y el favor de las
autoridades planteando sus reclamaciones con prudencia y evitando que el
conflicto saliera del marco legal convirtiéndose en problema de orden público
La genealogía del anarco-sindicalismo proviene de este
sindicalismo radicalizado. Tenía numerosas similitudes con el sindicalismo
revolucionario que se desarrolló en Francia en la primera década del siglo XX [carta de Amiens (1906)]. Pero el sindicalismo radical era un tipo de
sindicalismo que no necesitaba de la influencia francesa ya que la evolución
del sindicalismo español desde la Iª Internacional explicaban por sí solo este
modelo sindical.
El problema principal de este
sindicalismo era explicar la articulación de una lucha por reivindicaciones
laborales (por definición integrada en el sistema) dentro de un movimiento que
se definía como radical o revolucionario. Pero el anarquismo, especialmente a
partir de 1906/07, argumentó que las luchas concretas podían favorecer la
revolución:
· Las reformas proporcionaban motivos
para trabar batallas en la guerra entre burguesía y proletariado. Con ellas
este último se preparaba para el combate, despertaba a la lucha, a la agitación
y a la solidaridad.
· Más que un adiestramiento material era
una preparación psicológica con efectos concienciadores. En este aspecto, eran
importantes las huelgas de dignidad, imposibles de conseguir (hacerse valer
como persona, no aceptar las humillaciones o que lo degraden= sobre el trato
recibido por parte de los empresarios, por ejemplo).
· La lucha sindical, y la huelga
especialmente, era la expresión espontánea de la rebeldía obrera y el medio más
eficaz de «perturbar el orden» capitalista.
El sindicalismo también transformó al
anarquismo abriéndolo a la acción de masas y a la alianza con otras
organizaciones obreras. Esa unión de anarquismo y sindicalismo fraguó en la CNT, que se diferenciaba del sindicalismo radical
en varios aspectos:
·
Por un lado, la
existencia de un objetivo revolucionario de transformación social.
·
Por otro lado,
la presencia de cierta influencia de la ideología anarquista que reducía la
flexibilidad ideológica
·
Y, por último,
un claro antipoliticismo que rechazaba la mediación de la acción directa
también en la vía electoral.
Seguí mamó la formación de
este sindicalismo, no tuvo que inventarlo ni reinventarlo puesto que nació en
época internacionalista (1887), empezó a trabajar a los doce años (aprendiz de
pintor), participando con 15 años en la huelga general de 1902 (Ahí conoció a
una auténtica lideresa de esta forma de entender el sindicalismo desde el
anarquismo: Teresa Claramunt).
Cuando se produjo el
cambio de etapa (en 1916), Seguí tenía 29 años y una trayectoria dentro del
sindicalismo, había conocido el populismo lerrouxista, la constitución de
Solidaridad Obrera, la Semana Trágica, el nacimiento de CNT y tenía ya una experiencia
como orador, como organizador y como
participante en numerosos conflictos sociales. Desde muy joven había entrado en
contacto con el anarquismo y se definió como tal.
Consideraba el anarquismo como una filosofía, una ética, una concepción del ser
humano y de la sociedad que no podía realizarse de un día para otro. El
anarquismo debía tener una traducción en la realidad
cotidiana de la gente, si no era así podía caer en la mera especulación
filosófica. Por este motivo, sindicalismo y anarquismo se complementaban.
2ª Etapa: 1916-(1923
para Seguí)1939. Se produjo un cambio transcendental: el
sindicalismo revolucionario se transformó en un movimiento de masas, dando
protagonismo al anarquismo que siempre fue minoritario. En el resto de Europa
este sindicalismo casi desapareció en aras del sindicalismo de gestión
posibilista y negociador unido al crecimiento de partidos socialdemócratas que
soltaban el lastre del marxismo para, desde posturas reformistas, aceptar el
capitalismo y la sociedad de clases. Al poco estalló la Revolución Rusa (1917) que pareció contradecir el triunfo del
reformismo socialista y por eso resultó tan atractiva para el
anarco-sindicalismo en un primer momento (CNT ingresó en la III Internacional
en 1919). El «Informe Pestaña», que fue publicado en 1922, fue contrario a
permanecer en la III Internacional por considerar la revolución bolchevique
centralizada y burocratizada
¿Cómo se explica el arraigó del anarco-sindicalismo
en España? Está muy relacionado con dos factores:
·
El contexto
histórico.
·
Su habilidad
para adaptar su práctica al contexto.
1-El contexto
histórico: El sistema
liberal denominado «Sistema de la
Restauración» (1874-1931) fue un sistema basado en el bipartidismo y el
turnismo que tenía su fundamento en la manipulación electoral a través del
caciquismo o de los gobernadores civiles. Era muy difícil, durante la «Restauración»,
hacer atractiva una opción basada en la acción política y en las posibles
mejoras sociales que podían producirse a través de una política reformista en
la que confiaban republicanos y marxistas.
2-La
habilidad para adaptar su práctica al contexto histórico.
En el contexto represivo y caciquil, el antipoliticismo y la acción directa resultaron más útiles
para una parte importante de las clases trabajadoras que la táctica política.
La CNT supo construir
un sindicalismo moderno, eficaz y efectivo en sus objetivos que lograba
victorias en los conflictos sociales. No fue ajeno a ello el paso de la
sociedad obrera de oficio, como base organizativa, a los Sindicatos Únicos de rama productiva, adoptados en Cataluña en el Congreso de Sans, junio/julio de
1918, que se generalizaron en toda la CNT en la 2ª mitad del
año 1919.
De esta manera, la CNT se convirtió en un sindicato
fuerte, una organización de masas cercana al millón de afiliados/as a finales
de la segunda década del siglo XX.
De esta genealogía sindical de casi 50 años se
alimentó Seguí. Esta cultura organizativa se puso a prueba en la Huelga de la
Canadiense en cuyo desarrollo tuvo tanto protagonismo SS y en la que impulsó la
solidaridad y la colaboración desde la organización sindical. El fracaso final
de esta huelga y la aparición de la violencia puso en cuestión el modelo
normalizador que impulsaba Seguí y que buscaba construir una alternativa social
con tranquilidad y a largo plazo, es decir, gradualista y moderada. Su concepción
de la revolución, en efecto, respondía a una evolución progresiva que avanzara
a la velocidad de la capacidad de preparación y organización del proletariado.
Esta concepción gradualista le alejaba de los sectores impacientes que abogaban
por provocar el estallido revolucionario a través, si era preciso, de la
violencia.
Para Seguí, tan importante como la vertiente social
de los Sindicatos Únicos era convertir el sindicato en herramienta de
capacitación, para ello la CNT construyó dichos sindicatos como un espacio
formativo de cultura y educación,
como elementos de emancipación personal y colectiva. Se trataba de crear formas de contrasociedad igualitaria
(cooperativas de producción, formas de vida colectivas, instituciones
educativas y culturales, etc.) en el seno mismo de la sociedad desigualitaria.
El Sindicato se considera un medio de capacitar a los y las trabajadoras en el
oficio del autogobierno. Para Seguí el Sindicato es el epicentro social,
político y cultural.
No obstante, recordemos que esta tarea de
capacitación y de creación de formas de contrasociedad no contaba solo con los
sindicatos sino con ateneos de barrio, escuelas, grupos excursionistas,
naturistas, vegetarianos, grupos de mujeres, etc. Y sí, también grupos de
acción. Seguí estuvo de acuerdo puntualmente con la violencia obrera como
respuesta razonable al trato recibido del Estado y de la Patronal. Era el
derecho a la legítima defensa. Sin embargo, la violencia es ineficaz por la
correlación de fuerzas que nunca dará la victoria a la parte obrera. Además de
por razones éticas derivadas del propio anarquismo.
Seguí podía aceptar pactos circunstanciales y
flexibles con otros sindicatos e incluso con partidos políticos, pero
rechaza que un partido pueda erigirse en representante de la clase trabajadora.
Por lo mismo rechaza con claridad el marxismo por su exaltación del Estado y
por su deseo de ejercer el poder sustituyendo a una minoría por otra con la
consiguiente limitación de las libertades (la revolución rusa era un ejemplo
práctico de este comportamiento del que Seguí marcó distancias). Esta manera de
entender la revolución condujo a Seguí a rechazar la existencia de un partido
obrero.
Seguí estuvo empeñado en seducir y atraer a la
intelectualidad para que se incorporaran a los sindicatos y a la lucha
sindical por su sentido de la libertad y la justicia.
Por último, la famosa cuestión nacional supuestamente
planteada en un discurso que dio en el Ateneo de Madrid el 4 de octubre de
1919. Aclaremos algunos aspectos:
1º El 4 de octubre Seguí llegó a Madrid y no
habló en el Ateneo sino en el teatro de la Casa del Pueblo, en un evento
organizado por la Escuela Nueva.
2º
El discurso de Seguí en el teatro de la Casa del Pueblo fue taquigrafiado y se
publicó entero en el diario madrileño España Nueva (con
repeticiones, reiteraciones y estructura de espontaneidad oral). También será
recogido después en el folleto El Sindicalismo Libertario en Cataluña,
aunque sin la parte de Seguí referente al catalanismo y a la Lliga
Regionalista, así como en diferentes trabajos publicados en Francia e
Iberoamérica desde los años 50, y en España tras el franquismo.
3º
Pere Foix, un veterano anarcosindicalista pasado al catalanismo, tergiversó las
palabras de Seguí al reproducir el discurso de la Casa del Pueblo en su
obra Apòstols i mercaders, concluida al menos desde 1949 (ganadora
de los Juegos Florales de Montevideo) y editada en México DF en 1957. ¿Intencionadamente?
No lo sabemos. Quizá no; quizá lo escribiera siguiendo el guion de otro diario
de la época y aportara el resto de memoria (en el libro, en general, abundan
las imprecisiones).
Es
el texto de Pere Foix el que ha tomado como referencia el nacionalismo catalán
para señalar a Seguí como tal. En concreto este párrafo: «(…) nosotros, los
trabajadores, como sea que con una Cataluña independiente no perderían nada,
antes al contrario, ganaríamos mucho, la independencia de nuestra tierra no nos
da miedo».
Si
nos atenemos al resto de textos de Seguí, para él el conflicto que había en la
segunda década del siglo XX en Cataluña era social, no nacional. En ese
conflicto la burguesía y el catalanismo de la Lliga Regionalista identificaba al anarco-sindicalismo como el
enemigo a abatir y para ello puso en marcha el somaten, grupos de pistoleros,
el sindicato libre, etc. Por su parte, Seguí consideraba a la Lliga (y Cambó)
como el peor enemigo del anarco-sindicalismo y trató de transmitir en Madrid
que no representaba a Cataluña, que pretendía utilizar el discurso de la
autonomía para controlar la sociedad catalana.
Conclusión:
Seguí es un sindicalista y
anarquista que desarrolló un sindicalismo que procedía de una rica genealogía
que siguió evolucionando hasta 1939. Tenía rasgos brillantes como líder
sindical, como orador y como organizador. Un sindicalista a recordar pero no un
mito ni un héroe a ensalzar o, peor, a manipular.
---
Seguí
y muchos otros sindicalistas y anarquistas podían estar en la línea del
republicanismo federal de Pi i Margall que basaba el federalismo en la
soberanía absoluta de individuos y municipios, no de Estados en que toda
relación se basa en pactos libres, transitorios y revocables en función de las
necesidades de los individuos o de las actividades.