¿Acaso no flota en
el ambiente algo del aire que respiraron quienes nos precedieron? ¿No hay en
las voces a las que prestamos oídos un eco de voces ya acalladas?
Walter Benjamín, Sobre
el concepto de historia
Participé en el Movimiento 15 M, a partir de 2011, desde
el sector de enseñanza machacado por los recortes que aún hoy no se han revertido.
Entre otras muchas cosas fue un movimiento transversal en el que participaban
colectivos de la sanidad, de personas en paro y, especialmente, de personas
desahuciadas a través de las PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca). De
aquellas asambleas que englobaban movimientos diversos solo subsisten hoy las
PAHs que afrontan desahucios de personas que ahora incluyen a quienes no pueden
pagar el alquiler.
Las acciones de las PAH que viví dentro de la Asamblea
15 M de mi ciudad en el siglo XXI tenían antecedentes lejanos que, como mínimo
se remontaban más de cien años. Me refiero a la Huelga de Inquilinos que tuvo
su origen en un acuerdo del III Congreso de la FRET (Federación Regional Española
de Trabajadores) celebrado en mayo de 1903. Desde 1900 era patente el
hacinamiento en el casco antiguo barcelonés de las familias obreras que vivían
en los altos edificios alineados en las estrechas callejuelas del «Barrio Chino».
En la misma situación se encontraban quienes vivían en barrios obreros como
Montjuïc, Hostafrancs, el Clot, Poble Nou, Poble Sec, etc. Las viviendas
subarrendadas muchas veces o las barracas que se alquilaban pagaban alquileres
que proporcionaban mucha renta a los propietarios porque no arreglaban ni
reponían los desperfectos.
«Queremos poco; no pedimos la desaparición completa de
la propiedad como es la justicia, nos limitamos con la rebaja en los alquileres
para poder pagar con su sobrante a la tienda, a la panadería, a los que nos
fían los alimentos y que hoy no podemos pagar a causa en gran parte de la
fabulosidad del precio de la destartalada habitación»[1].
A principios de 1904 se pasó de los llamamientos a los
actos públicos. Sin embargo, el primer mitin que se convocó fue prohibido por las
autoridades esgrimiendo el argumento del peligro de atentados. Finalmente se
celebró en junio de 1904, en el Circo Español, un mitin de inquilinos en el que
tomaron la palabra algunos obreros y Teresa Claramunt. El mitin contó con el
apoyo de diversas sociedades obreras y centros republicanos pero la campaña no
cuajó en la deseada huelga por la escasa capacidad organizativa del movimiento sindical y anarquista en esos
momentos. La movilización se fue diluyendo hasta desaparecer en la segunda
mitad de 1904.
La siguiente Huelga de Inquilinos se produjo casi
treinta años después en 1931, esta con mayor éxito al contar con el apoyo firme
de la CNT que tenía capacidad organizativa suficiente para hacerla efectiva;
pero de eso hablaremos en otra ocasión.
[1] «¡A
la huelga inquilinos!», grupo Los Desheredados, El Productor (Barcelona), nº 55,
12-XII-1903.
La información de este artículo se puede encontrar en: Laura Vicente (2006): Teresa Claramunt. Pionera del feminismo obrerista anarquista. Madrid, Fal, pp. 230-233.
La fotografía corresponde a una huelga de inquilinas en Argentina en 1907