El libro de Gitanas
es un libro en el que algunas mujeres gitanas europeas describen con sus
propias palabras su historia, su cosmogonía, su cotidianeidad, sus retos, sus
fuerzas, lo que hace que sean mujeres, lo que hace que sean gitanas. Cada una
de las mujeres habla desde su singularidad, pero cada una de ellas se halla
sometida a las reglas generales de la civilización gitana de la que son un
pilar.
Sin duda alguna, uno de los aspectos más llamativos
de este libro es que las mujeres gitanas hablan con voz propia, hablan desde su
cultura, desde sus preocupaciones y problemas. El libro de Claire Auzias recoge
un «coro de mujeres gitanas», un coro de catorce mujeres de las que la mitad
viven en Francia, dos en España, el mismo número en Rumanía, una en Portugal y
otra en Suiza. El libro se completa con un Prólogo de Sarah Carmona y un
Preámbulo y Conclusiones de la autora. Por otro lado, hay un capítulo final de
hermosas fotografías de Éric Roset de mujeres gitanas de diversos países.
Auzias, que utiliza en su libro el término «romnia»
para denominar al conjunto de las mujeres del pueblo gitano del mundo, parte en
su estudio de que estas mujeres se hayan muy alejadas tanto en el tiempo como
en el espacio de sus consortes de otros grupos humanos del planeta. Las «romnia»
entran con derecho propio en ese grupo «de los humildes, la historia de la
gente sin historia ni escritura e incluso sin palabra» (p. 17). A estas, y
otras, mujeres de los grupos desfavorecidos se les impone un plus de silencio
que la autora intenta romper con su libro.
La dominación que sufren las mujeres se acompañaba
siempre de un conjunto de
relaciones jerárquicas de mando/obediencia. Hombres y mujeres son desiguales en
términos de poder, incluso dentro de un grupo marginado del poder como el de
los gitanos y gitanas. Las mujeres gitanas son expropiadas de las palabras y,
en cierta manera, se les niega la humanidad como excluidas que son de los roles
dominantes de la estructura social en general y de la cultura gitana en
particular.
Si la
oralidad marca una brecha de género, pocas mujeres gitanas se atreven a hablar
en público, los hombres monopolizaban la palabra en el espacio público, la escritura marca además una diferencia
de clase: se abre una brecha entre personas hablantes y escribientes, iletradas
o letradas. No dominar la lectura y
la escritura es percibido por algunas mujeres gitanas como una carencia que
intentan paliar a través del acceso a la
educación. Aunque hay gitanas que saben leer y escribir, y que han accedido a
la Universidad, su mundo es el oral, por ese motivo este libro de entrevistas
orales tiene una riqueza inmensa para acercarnos a ellas.
Algunas de
estas mujeres intentan algo muy difícil: hacer convivir el mantenimiento de su
cultura que todas respetan y valoran con las transformaciones que desean para
emanciparse. Algunas de ellas se consideran feministas y están en el intento de
conciliar las realidades que viven con lo que quisieran vivir. Un auténtico
encaje de bolillos que las demás
feministas debemos dejar hacer, observar y apoyar si nos lo piden. Todas las
mujeres que nos enfrentamos al patriarcado vivimos y sufrimos un auténtico
desgarro interior que no resulta nada fácil para ninguna, emancipémonos de
modelos y paradigmas, cada mujer individualmente y en colectivo debe buscar su
camino, que nadie nos dé lecciones del camino correcto porque estos pueden ser
muy variados y diversos.
Es una
realidad, leyendo a estas mujeres, que la modernidad se abre paso en su vida:
«las madres solteras eran multitud, las familias monoparentales legión, las
familias mixtas una proporción respetable
y que las clases medias formaban, junto con el lumpen y las capas
rurales miserables, el resto de la población rom» (p. 321). Tenemos mucha
tendencia, quienes ignoramos la cultura gitana (igual que africana o asiática),
a uniformizar la situación de todas las mujeres gitanas, no es así. Este libro
nos lo muestra en toda su riqueza de matices.
Dice Auzías
en sus conclusiones que:
«Las mujeres
romnia tienen el futuro de su pueblo en sus manos, y no los hombres, a no ser
que quieran unirse a su causa. Son la vuelta de tuerca en la reproducción de la
cultura romaní, no solo en el aspecto fecundativo (…), sino también por su
función de transmisión, que permite mantener una cultura propia» (p. 321).
Esta música me resulta familiar porque la he oído y leído
en más de una ocasión referida a las mujeres en general, y es que nada «nos
permite afirmar que el patriarcado sea más virulento en este pueblo [rom] que
en los demás. Lo realmente seguro es que lo es igual» (p. 323).
***
Como
ya dijimos, completamos la entrevista con esta parte
dedicada al tema de la cultura gitana y de las gitanas en particular.
Laura
Vicente.- Explícanos de dónde viene tu interés sobre el pueblo gitano.
Claire Auzias – ¿Mi interés por los gitanos/as? ¡Es una larga
historia! Intentaré abreviar. En 1980 defendí una tesis doctoral de Historia
sobre la memoria oral de las y los militantes
anarquistas franceses de la época de entreguerras. De gente que había nacido a
principios del siglo XX y militado entre 1930 y 1939. Con ellos aprendí y
comprendí el valor fundamental de la memoria en la Historia. También cuántas
luchas y cuánta desesperación llevan dentro los seres humanos. Al contrario de
lo que todo el mundo piensa, el anarquismo entre las dos guerras no es
solamente España ni Makhno. Lo que hicieron en Francia es sumamente interesante desde el punto de vista de la
Historia a largo plazo.
Luego tuvo lugar la caída del muro de Berlín, es
decir, la caída del comunismo existente. Como historiadora del anarquismo,
deseaba firmemente examinarla en seguida y de muy cerca. Era un acontecimiento
a nivel planetario. Para hacer este estudio de la caída del comunismo, me
dirigí a la población que había vivido este comunismo desde el interior, pero
que había también vivido otros acontecimientos antes del comunismo y uno de
ellos sobre todo muy violento: el genocidio durante la II Guerra Mundial por el
nazismo y los gobiernos fascistas de todos los
países. Quise, pues, saber, gracias a esta gente dos veces negada en su
expresión, por nazis y comunistas, cómo vivían la caída del comunismo. Porque
nadie había pensado en estas personas
como agentes de revelación de lo que estaba en
juego a nivel mundial. Era una tierra virgen. Así es cómo estudié con ellos
este fenómeno.
Ocurrió que los gitanos/as tenían una organización
europea desde 1971, la Unión Gitana Internacional (URI) cuyos líderes
intelectuales fueron los primeros en formular propuestas inteligentes para la
Europa reunificada. Uno de los fundadores de 1971 es el español Juan De Dios de
Heredia, de Barcelona. Está aún vivo, creo. Me adoptaron. Y les seguí. Me
llevaron a pueblos por toda Europa del Este y me quedé veinte años siguiendo
sus movimientos.
Al cabo de veinte años todo había cambiado. En primer
lugar, mis amigas/os políticos próximos habían muerto. Luego las nuevas
generaciones habían llegado a ser ejecutivos de la sociedad civil, de la nueva
burguesía internacional gitana. Mi interés había cambiado. Por último, un movimiento
catastrófico había comenzado a causar estragos entre los gitanos/as, igual que
entre toda la juventud: esa famosa política identitaria, de inspiración
americana, más próxima a la extrema derecha aunque no se diga. Dejé de
interesarme de cerca por los asuntos gitanos. Es en España donde ocurren las
cosas más interesantes desde el punto de vista gitano, porque la izquierda, la
verdadera, la socialista, ha incluido en su agenda esta cuestión. Los y las
socialistas son lo que son, amigos/as en todo caso. Tienen un punto de vista
sobre el pueblo gitano nítidamente más inteligente que la burguesía de derechas
o moderada. Entonces hacen cosas que he encontrado muy interesantes. Conservo
aún amistades con hombres y mujeres militantes gitanos/as en España.
Además, tras la caída del muro de Berlín, esperábamos
que una identidad común europea uniera todas las reivindicaciones políticas y
cívicas de los gitanos y gitanas de toda Europa. Como se sabe, la política
europea de Bruselas no ha parado de endurecerse, orientándose hacia el
liberalismo y el ultraliberalismo. Y con la ayuda activa de EUA, nunca llegó a existir una Europa política. Los Estados y
las naciones se han fortalecido más aún, expulsando muy lejos, hacia un
porvenir perdido, la hipótesis de una federación política europea. Los gitanos/as
eran el emblema de una Europa así. Pero se perdió. Cada país se ocupa del
estatuto y los derechos de los gitanos/as de su propio país, como ciudadanos/as
de pleno derecho –es verdad–, pero ya no hay ciudadanía europea en la
actualidad. Ni para el pueblo gitano ni para nosotros/as. ¡Otro fracaso más!
Ahora bien, mis trabajos demuestran que los gitanos/as
del mundo entero están unidos por una misma cultura, desde Méjico hasta
Jerusalén. Pero la reacción política ha vencido, incluido en estos gitanólogos/as
brutas del mundo entero, que no tienen ningún sentido político y que «se
inclinan todos, uniformemente, hacia pensamientos de derechas». Esta gente ha
contribuido activamente a enterrar el movimiento político de los gitanos/as y
encima están muy orgullosos/as.
L.V.-
¿Por qué crees que el feminismo ha abandonado a las mujeres gitanas?
C. A. – El feminismo francés ha abandonado a las mujeres gitanas – ¡se dice pronto!-.
En Francia, al revés que en España, no hay un movimiento autónomo de mujeres
gitanas. No hay ninguna figura de envergadura entre las mujeres gitanas que se
haya levantado públicamente para decir que es feminista y que participa en la
lucha de las feministas de cualquier origen. Ninguna. Ha habido mujeres gitanas
directivas de asociaciones de la sociedad civil, en general gracias al Consejo
de Europa que dijo que era importante promover la paridad. Lo cual quiere decir
que las mujeres gitanas en Francia son, casi todas, candidatas a las
actividades del Consejo de Europa. Lo he visto anteriormente en marcha y es
mejor que nada. No hay que tirar al bebé por el desagüe junto con el agua de la
bañera. Pero desde un punto de vista militante, ninguna mujer gitana francesa
se ha rebelado. Hay figuras bastante conocidas, como la hija de Mateo Maximoff,
uno de los ancestros de la URI; pero es una excelente embajadora del pueblo
gitano en general; no es especialmente feminista. Es decir, mientras no haya
ninguna mujer líder, que tome la palabra en público para proclamar su activismo
feminista gitano, no habrá un movimiento feminista gitano.
¡Francia es un país arcaico en muchos terrenos! La vanguardia está en
España. Es en España donde encontré más mujeres gitanas comprometidas en
política y en los derechos de las mujeres. Tengo aún amigas entre ellas, como
evidentemente Ana Giménez, la primera mujer gitana doctora de la Universidad y
profesora en Castellón. Esta ausencia de movimiento feminista gitano en Francia
se debe al dominio enloquecido de los directivos humanitarios no gitanos sobre
la expresión de los gitanos/as de este país. No tienen derecho a expresarse
personalmente ni de manera autónoma, salvo las asociaciones gitanólogas que
hablan en su lugar. Es un colonialismo extraordinario. Y los gitanos/as son,
por cierto, la única fortaleza donde la palabra y el papel de los interesados
están prohibidos. Hoy por hoy rechazo participar en conferencias o mesas
redondas donde no haya un colega gitano, o gitana, que tome la palabra en
igualdad conmigo. Mi libro Gitanas
tiene como objetivo dar a conocer que las mujeres gitanas de todas las
condiciones son capaces de hablar, de decir sus problemas y analizar la
situación, como cualquier ciudadano o ciudadana. Tiene como objetivo darles
enteramente la palabra. Por eso los franceses no han apreciado este libro. Pero
las feministas, por el contrario, en Francia, estuvieran encantadas de que
hubiera hecho este libro. Daba existencia a nuestras conciudadanas en el plano
feminista. Puedes ver en el libro que les planteo cuestiones típicas del
movimiento feminista general.
En definitiva, en España el feminismo no abandonó a las mujeres gitanas,
pero en Francia, sí. Porque la estructura del Estado francés es tan
totalitario, tan jacobino, tan centralista, que está prohibido tener
actividades disidentes, diferentes, particulares. Hay que ser anarquista para
levantarse contra un Estado como este. Y los gitanos/as no son anarquistas. ¡Ya
están suficientemente discriminados como para encima cargar con una actividad
política peligrosa!
Por eso, los únicos gitanos (hombres y mujeres) que toman conciencia de
esta expoliación de su palabra en el plano político llegan a ser identitarios.
«Identitario» quiere decir racista, a la manera americana: «guerra contra los
blancos, quedémonos únicamente entre gitanos, entre negros, entre indios
americanos, etc., porque somos personas discriminadas y colonizadas». Va en
contra de la emancipación anticolonialista de la filosofía de las Luces, pero
es fiel a la ideología que domina en la actualidad.
Las feministas gitanas están en España y en Rumanía. Allí sí hay feministas
reales, activas y proclamadas públicamente. Lo puedes leer en mi libro.
L.V.-
¿Explícanos cuáles son los perjuicios y los maltratos de toda índole infligidos
al pueblo gitano (los más destacados)?
C. A. – Constato
que a pesar del activismo de los y las militantes gitanos/as internacionales,
en la caída del muro de Berlín, en coordinación con las instituciones sociales,
no hemos conseguido erradicar la situación odiosa de la mayor parte del pueblo
gitano de Europa. Esta acción inteligente de la Unión Gitana Internacional en
los años 1990-2000 logró alertar a los y las responsables políticas respecto a
la existencia de esta población desfavorecida en el seno de Europa, por todas
partes del mismo modo. Esta acción consiguió crear una élite de directivos
superiores gitanos que supervisan hoy por hoy todas las políticas
internacionales orientadas hacia los gitanos/as (gitan, sinti, kalé, roms, etc.).
Pero no se puede decir más que una cosa: la democracia liberal ha
ganado y, como siempre, en lugar de luchar eficazmente contra la exclusión de
estas poblaciones, se ha contentado con crear minorías instruidas,
alfabetizadas y aptas para ocupar puestos de prestigio y responsabilidad, sobre
todo en Europa del este, también en España. En Francia, no; en Italia, tampoco;
en Alemania, un poco; en Inglaterra, apenas. ¡En los Estados Unidos, por
supuesto por lo menos dos!
Por tanto, el problema más grave de esta población es en general la
pobreza. Aunque no todos los gitanos/as sean forzosamente pobres, la mayoría lo
es. Luego está el analfabetismo, que no está erradicado y que es la fuente,
como todo el mundo sabe, de todas las demás miserias: superpoblación,
demasiados niños/as por mujer, niños/as mal alimentadas, mal escolarizadas,
etc. Los miembros de las organizaciones humanitarias que se ocupan de estas
poblaciones, religiosas en general, hacen creer a los gitanos/as que su
tradición quiere que no vayan a la escuela, que hagan muchos niños/as, que
rechacen la anticoncepción, etc. Todo eso es falso. Son solamente ideólogos
reaccionarios y conservadores que se ocupan de los gitanos/as sin el más mínimo
interés por su emancipación. Es necesario, entonces, que espíritus
revolucionarios por lo menos modernos e interesados en la emancipación del
género humano en su totalidad, se acerquen a los gitanos/as y compartan con
ellos lo que sea posible compartir, para facilitar su evolución hacia una vida
mejor, sin colonizarlos ni inventarles soluciones contrarias a sus deseos.
Existen gitanos/as modernas en todos los países. Es con ellos y ellas con quien
hay que continuar la lucha y no dejar el terreno libre a la reacción
contrarrevolucionaria que está apoderándose del mundo.
CLAIRE AUZIAS
(2011): Gitanas. Hablan las mujeres
«Roms» de Europa. Logroño, Pepitas de Calabaza.